Tanto Annales como el materialismo histórico, como la cliometría americana van a seguir siendo corrientes de referencia, y mucha gente va a seguir bajo el paraguas de estas historiografías, pero a partir de los años 70, muchos historiadores acabarán hartos de estas grandes corrientes, y querrán hacer otro tipo de Historia. Es entonces cuando veremos el retorno de la narrativa, el giro lingüístico y la postmodernidad (o posmodernidad), que vamos a explicar en la presente entrada.
1. El “retorno de la narrativa”
En 1979, el historiador británico LAWRENCE STONE publicó en la revista “Past and Present” un influyente artículo sobre el estado de la historiografía occidental titulado El resurgimiento de la narrativa: reflexiones acerca de una nueva y vieja historia. Stone apreciaba la existencia de síntomas de agotamiento en los tres tipos de “Historia científica” que hasta entonces habían servido como modelos de la práctica historiográfica dominante en el siglo XX:
- El modelo económico marxista
- El modelo “ecológico-demográfico” francés (es decir, la corriente de Annales).
- La metodología cliométrica norteamericana.
La razón de ese agotamiento simultáneo parecía ser la común incapacidad a la hora de generar la pretendida “explicación coherente y científica del cambio histórico”.
En esas condiciones, Stone señalaba la aparición de una “nueva Historia”, alejada de los “enfoques analíticos y estructurales” y caracterizada tanto por el uso de los modos narrativos como por el interés por las temáticas políticas y culturales, lo cual parecía acercarla a la Historia tradicional.
Esta inversión de tendencias en el seno de la historiografía occidental es lo que denominaba como “resurgimiento de la narrativa”. Pero los cambios detectados por Stone eran más amplios y profundos, al percibir estos cambios en:
- El tema central de la Historia va a pasar de las circunstancias que rodean al hombre a la consideración del hombre en sus circunstancias.
- Los problemas estudiados también: de lo económico y demográfico a lo cultural y emocional.
- Las ciencias sociales de referencia para el historiador: de la Sociología, Economía y Demografía, se va a pasar a la Antropología y la Psicología.
- El sujeto de la historia: del grupo al individuo.
- La metodología: de la cuantificación de grupo al ejemplo individual.
- La organización también cambiará: de lo analítico a lo descriptivo.
- La categorización del papel del historiador: de lo científico a lo literario.
La evolución de la historiografía a lo largo de los siguientes decenios parece corroborar plenamente el diagnóstico y los pronósticos avanzados por Lawrence Stone en su artículo. Vamos a ver cómo se nota esto (el cambio) en las distintas corrientes afectadas:
1) En el Materialismo histórico, los cambios en la práctica histórica de inspiración marxista se manifiesta en la propia revisión que sus mejores cultivadores (desde E.P. Thompson a Eric Hobsbawm) han ejecutado sobre sus postulados teóricos tradicionales y ortodoxos. Abandono de la problemática de los modos de producción y sus leyes de funcionamiento, transformación y sucesión. Reformulación de las categorías de “base” y “superestructura”.
2) Historiadores cliométricos: una vez reconocidos sus casi insolubles problemas de constatación y verificación de datos y resultados.
3) Escuela de Annales: es aquí donde estos cambios se presentan más patentes. Para ilustrar el viraje hacia la narrativa en la trayectoria que la investigación histórica ha tendido a seguir entre 1959 y 1979, Stone presentaba varios casos, entre los que destacan los de autores pertenecientes a la corriente de los Annales. Vamos a ver estos autores de Annales que se subieron al carro de la nueva narrativa y sus obras más destacadas en este aspecto:
- Por ejemplo, Jean Delumeau comenzó realizando, en 1957, el estudio de una sociedad (Roma en el s. XVI); continuó, en 1962, con el estudio de un producto económico, el alumbre en Roma (es historia económica); siguió (1971) con un estudio sobre una religión, el Catolicismo (El Catolicismo entre Lutero y Voltaire –es ideológico, religioso-); en 1976 abordó un comportamiento colectivo respecto a la muerte (Les Pays de Cocagne); y, finalmente, en 1978, una emoción, el miedo, entre los siglos XIV y XVIII.
- Le Roy Ladurie fue autor, en 1973, de aforismos tan memorables como el siguiente: “(la cuantificación) ha condenado virtualmente a muerte la historia narrativa de acontecimientos y la biografía individual”. Decía también que “la historia que no es cuantificable no puede llamarse científica”. Sin embargo, poco después publicaría su Montaillou, village occitan de 1294 a 1324 (1975), un retrato de lectura amena y popular sobre la vida, la moral y las costumbres en una aldea occitana del siglo XIV. Lo hace con información de inquisición, de un pueblo,, es cuentos, visión del mundo de la aldea… pero no de estructura económica, ni cuantificación, como decía dos años antes. Luego, más recientemente, (1987), El Estado real 1460-1610, una historia de Francia en los siglos XV y XVI en gran medida narrativa y vertebrada sobre los sucesivos monarcas de la casa Valois y Borbón. El resucita la narrativa con sus obras.
- Por su parte, el mismo G. Duby, que había escrito una canónica monografía sobre la economía y sociedad de la alta y plena Edad Media (Guerreros y campesinos, 1973 – es historia económica y social, de la primera fase de la tercera generación-), ha devenido en prolífico autor de auténticas obras maestras de la “nueva Historia”: El caballero, la mujer y el cura (1981), un estudio sobre el matrimonio feudal, y la breve y enjundiosa biografía de Guillermo el mariscal (1987). En su Domingo de Bouvines (1973) hace algo impensable algunos años antes: la narración de una única batalla, y a través de ella, se adentra en las características de sociedad francesa del s. XIII. Sirve como caso para explicar más cosas.
Pero Stone advierte el “retorno a la narrativa” en autores bien representativos en otros ámbitos historiográficos, como en el caso de: C. M. Cipolla y su Cristofano and the Plague (1973), que relata las reacciones personales ante la epidemia de peste en 1630 en Prato (Italia); la narración por E. P. Thompson en Whigs and Hunters (1975), que habla de choques en los bosques de Windsor entre las autoridades que amparan a los patricios y los furtivos plebeyos; o el relato de N. Z. Davis (historiadora norteamericana) —en prensa cuando escribía Stone su artículo— de rituales de ignominia en las regiones de Lyón y Ginebra en el siglo XVII. Por entonces Davis todavía no había tallado su joya narrativa sobre Martin Guerre (1983), que versa sobre una persona que llega de la guerra, y se apropia de la identidad de otro (planteado como un guión de película, su fama será tal que le llevará a escribir el libro).
Por todas partes se aprecia un deslizamiento del discurso histórico hacia modos narrativos y descriptivos tejidos sobre acontecimientos particulares, en detrimento de los modos analíticos volcados sobre las estructuras y los procesos temporales de largo alcance. Y en casi todos los casos, esos desplazamientos se acompañan de una promoción del enfoque centrado en la individuación del sujeto histórico y en sus concepciones simbólicas y experiencias vitales y cotidianas, con el paralelo detrimento del enfoque colectivo y supra-individual.
En definitiva, parece que la “macrohistoria” privilegiada por las tendencias filo-sociológicas y economistas ha devenido en “microhistoria” para los practicantes de la “nueva historia”.
2. El giro lingüístico
Se denomina “giro lingüístico”, de una manera general, a un cambio metodológico que afirma que el trabajo conceptual de la filosofía No puede lograrse sin un análisis previo del lenguaje. Es la importancia del lenguaje, ya que a través de él se plasma nuestro conocimiento. Hasta entonces no se había visto esa importancia del lenguaje. Realmente movimientos intelectuales muy diferentes están asociados con el giro lingüístico, aunque el término en sí fue popularizado en 1967 por Richard Rorty con su antología El giro lingüístico.
Estos movimientos piensan que el lenguaje “constituye” o “construye” la realidad, que es en realidad una posición contraria a la intuición y a gran parte de la tradición filosófica occidental. Por ejemplo, según ellos, cambiando el lenguaje cambias la realidad, si hablamos de Ministerio de Guerra, en vez de Ministerio de Defensa, hay unas connotaciones a ello. De esta forma, lo que pensamos como “realidad” no sería más que una convención de nombres y características, una convención llamada a su vez “lenguaje”. Todo lo que se encuentra fuera del lenguaje es inconcebible por definición y por lo tanto no puede entrar en la realidad humana sin ser inmediatamente y estructurado por el lenguaje.
En el ámbito de la historiografía, el linguistic turn viene a considerar que toda investigación histórica debe interesarse necesariamente por el lenguaje y el discurso, que se convierten así en objetos de estudio. Se considera que el historiador trabaja basándose en textos y que la realidad que analiza es accesible únicamente por medio del lenguaje (la excavación arqueológica desde este punto de vista es texto). Las consecuencias que ha tenido el giro lingüístico sobre la Historia han sido más destructivas que constructivas. Ha servido básicamente para que los historiadores nos hagamos conscientes del lenguaje, pero no se ha hecho una historia alternativa basada realmente en el giro. Además el giro lingüístico hizo que la cientificidad de la historia se perdiese, porque siempre que se escribe un texto -según los defensores del giro lingüístico- se hace literatura, porque no reflejas una realidad, siempre acabas subjetivamente haciendo un discurso a través del lenguaje.
Desde esta perspectiva, la historia tiende a perder su consideración de disciplina científica, y a ser considerada como un género literario que debe ser aprehendido centrándose en la crítica textual. Los defensores de este método se apoyan principalmente en la filosofía post-estructuralista de Jacques Derrida y de Michel Foucault.
Concepto originalmente utilizado por la historia intelectual americana, el linguistic turn llega a Europa a finales de los años 1980 y se extiende progresivamente a otras áreas de la investigación histórica.
Por último en este punto, vamos a hablar de Hayden White, quien analiza, según el giro, las obras europeas del XIX de orientación histórica y hace un estudio literario de sus obras. ¿Por qué unos historiadores cogen un formato y otros historiadores se decantan por otro formato opuesto, aunque no lo hacen conscientemente? Eso va a tratar de analizar Hayden. En el ámbito de la historiografía, el giro lingüístico se revela nítidamente en la obra de Hayden White. Su obra más influyente es Metahistoria. La imaginación histórica en el siglo XIX (1973). En ella estudió el aspecto discursivo de las formas del conocimiento histórico. Su tesis central es que según Hayden es imposible distinguir entre un relato histórico y un relato de ficción, sobre todo si se pretende que los primeros hacen referencia a hechos reales mientras que lo segundos hacen referencia a hechos ficticios. El realismo histórico característico de los historiadores decimonónicos no sería más que una forma particular de poética. Según White, habría una elección de carácter estético y preconceptual (“metahistórico”) que es la que determina la forma en que se trata la evidencia histórica.
La visión de White pone en cuestión los supuestos del oficio del historiador: el sentido del progreso de la historiografía, la metodología, etc., pues para él todo es un relato de ficción. Sin embargo el autor ha declarado que no hay que sacar su obra de contexto, que fue escrita para el siglo XIX, no para el siglo XX.
Él dice que hay tres formas de conceptualización básicas: que denomina estilos historiográficos:
- Las tramas literarias: los discursos de los clásicos (Ranke, Michelet…), se han servido de las tradicionales tramas literarias a la hora de explicar cómo ocurrieron los acontecimientos. Se consideró al protagonista un héroe frente a las contingencias, una víctima del contexto o incluso un perdedor total.
- Las formas de argumentación: es el nivel que se usa para explicar el significado de los acontecimientos. Habría autores mecanicistas (como Marx, que busca leyes generales), organicistas (como Ranke, que encuentra totalidades espirituales detrás de los individuos históricos) y contextualistas (como Michelet, que buscaría identificar los rasgos distintivos de los sujetos históricos).
- El tercer nivel es el modo en que los autores utilizan la historia para conocer el presente, es decir, las ideologías o explicación por implicación ideológica: anarquistas, radicales, conservadores… etc.
3. Posmodernidad (Postmodernidad) e Historia
El término postmodernidad designa a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos, surgidos durante la segunda mitad del siglo XX, caracterizados por su oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna, por lo que dejamos claro que no se trata en exclusiva de una tendencia historiográfica.
El concepto comenzó a difundirse en 1979, con la publicación del libro de Jean-François Lyotard, La condición posmoderna, donde su autor anunciaba el fin de los metarrelatos en cualquier ámbito de la cultura, sociología, historia… etc., siendo los metarrelatos esos grandes relatos o construcciones intelectuales con afán de explicación absoluta o cientifismo. Lyotard afirma que ya nadie se cree esos metarrelatos o las grandes interpretaciones generales como el marxismo, el cristianismo o la idea de progreso. Lo postmoderno por lo tanto es la crítica de la modernidad.
El concepto comenzó a difundirse en 1979, con la publicación del libro de Jean-François Lyotard, La condición posmoderna, donde su autor anunciaba el fin de los metarrelatos en cualquier ámbito de la cultura, sociología, historia… etc., siendo los metarrelatos esos grandes relatos o construcciones intelectuales con afán de explicación absoluta o cientifismo. Lyotard afirma que ya nadie se cree esos metarrelatos o las grandes interpretaciones generales como el marxismo, el cristianismo o la idea de progreso. Lo postmoderno por lo tanto es la crítica de la modernidad.
Aunque se aplica a corrientes muy diversas, toda las corrientes impregnadas por la postmodernidad comparten la idea de que el proyecto de la modernidad fracasó en su intento de renovación de las formas tradicionales del arte, la cultura, el pensamiento y la vida social. Pese a las dificultades para definirlo con precisión, cabe identificar algunos elementos característicos del pensamiento posmoderno:
- Antidualismo: el enfoque posmoderno sostiene que el pensamiento occidental tendió a la construcción de modelos duales de comprensión del la realidad (negro contra blanco, occidente contra oriente, hombre contra mujer), excluyendo así ciertas perspectivas. En cambio, el postmodernismo tiende a valorar y promover el pluralismo y la diversidad. Asegura buscar los intereses de “los otros”, los excluidos de las categorías de análisis tradicionales, los marginados y oprimidos por las ideologías modernas y las estructuras políticas y sociales que las apoyaban (por ejemplo, dentro del marxismo se reconoce a los proletariado, pero no habla que dentro de eso hay mujeres sometidas y cosas más… etc.).
- Cuestionamiento de los textos: en relación con el “giro lingüístico”, el posmodernismo argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento y que sólo a través del lenguaje accedemos al conocimiento de “la realidad”. Por ello, el enfoque postmoderno tiende a afirmar que los textos —históricos, literarios...— no tienen autoridad u objetividad inherente para decirnos “qué sucedió en realidad”. Más bien, estos textos reflejan los prejuicios y las circunstancias culturales y sociales particulares del escritor.
- Relativismo: el enfoque postmoderno se caracteriza por la relativización de las certezas y las “verdades absolutas” en todos los órdenes (no hay una verdad, sino diferentes visiones). La “verdad” sería cuestión de perspectiva o contexto más que algo universal (los europeos que creíamos que nuestras visiones eran las verdades, ahora se bajan del burro). Desde la óptica postmoderna, no tenemos acceso a “la realidad”, a la forma en que son las cosas, sino solamente a lo que nos parece a nosotros en el marco de nuestro contexto sociocultural.
La propuesta postmoderna significa para la historiografía una recomendación de abandono de sus ilusiones cientifistas, de su esfuerzo, que a la postre resultaría baldío, para generar un conocimiento racional, causal, determinado, demostrativo y “verdadero”.
Esto supone un cuestionamiento radical de las viejas certidumbres. El postmodernismo tiende a considerar que la propia realidad sobre la que se escribe la Historia es heterogénea y multifacética y se escapa a toda representación bajo paradigmas vertebradores como los que ofrecían los modelos cientifistas, como el marxismo, el estructuralismo, etc... Para los postmodernos radicales, nosotros hacemos cuentos.
En consecuencia, en la historia postmoderna sólo cabrían relatos históricos diferentes y paralelos sobre las ilimitadas partes de esa realidad atomizada, que desafía la vertebración de una “Historia total” y sólo permite una multitud de historias que serán todas igualmente válidas y pertinentes.
Como señalan Aurell y Burke, el tendón de Aquiles del posmodernismo historiográfico es la falta de referentes en la práctica (no hay gran obra de referencia postmoderna). El postmodernismo está presente como una actitud teórica ante la obra y el conocimiento históricos, pero No como una verdadera y propia corriente historiográfica. La crítica más contundente que puede hacerse al postmodernismo historiográfico es que durante los varios decenios desde que fue formulada su existencia, no ha sido capaz de dar una obra histórica diseñada siguiendo sus postulados, quizá con la única excepción de la Metahistoria de Hayden White (que si ha hecho mucha decostrucción).
DIFERENCIAS ENTRE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD
MODERNIDAD: 1º Teorías generales o metarrelatos con pretensiones universales, homogeneizantes y totalitarias , que reprimen y niegan las diferencias entre las sociedades, en una especie de imperialismo cultural. 2º Exaltación de la racionalidad, el determinismo, el mecanicismo lineal y la simplicidad del conocimiento científico. 3º Búsqueda de leyes, generalizaciones empíricas, explicaciones causales y concepción acumulativa de las ciencias. 4º Desconocimiento del otro, intolerancia hacia las minorías, insensibilidad ante los problemas sociales de los sectores excluidos y ejercicio del poder de forma vertical y autoritaria.
POSMODERNIDAD: 1º Planteamientos y lenguajes teóricos múltiples que elevan la fragmentación, la no unidad de la explicación científica y las diversidades y particularidades socioculturales. 2º Revalorización de las contradicciones, de la opacidad y de las numerosas visiones y niveles de la realidad. 3º Diversidad de conocimiento, variadas visiones locales y contextuales. 4º Revalorización del otro, acogimiento de las minorías, y de los oprimidos, énfasis en el poder como categoría nodal que está presente en las distintas relaciones sociales. Por último, ejercicio del poder horizontal.
4. TEXTOS Y CRÍTICA
* LAWRENCE STONE
“Los historiadores siempre han contado relatos. Desde Tucídides y Tácito hasta Gibbon y Macaulay, la composición de una narrativa expresada en una prosa elegante y vívida se consideró siempre como su más grande ambición. La historia se juzgaba como una rama de la retórica. Empero, durante los últimos cincuenta años esta función abocada a contar relatos se ha visto desprestigiada entre aquellos que se consideran como la vanguardia dentro de la profesión, es decir, quienes practican la así llamada ‘nueva historia’ de la era posterior a la segunda Guerra Mundial. En Francia este contar relatos se tildó como ‘l´histoire événementielle’. Actualmente, sin embargo, he encontrado pruebas respecto a una corriente subrepticia que está absorbiendo de nuevo a muchos de los prominentes ‘nuevos historiadores’ dentro de cierta forma de narrativa.”
“La historia narrativa difiere de la historia estructural fundamentalmente de dos maneras: su ordenación es descriptiva antes que analítica, y concede prioridad al hombre por sobre sus circunstancias. Por lo tanto, se ocupa de lo particular y lo específico más bien que de lo colectivo y lo estadístico. La narrativa es un modo de escritura histórica, pero es un modo que afecta también y es afectado por el contenido y el método”. [...]
“Hay síntomas de cambio en el tema central de la Historia: de las circunstancias que rodean al hombre a la consideración del hombre en sus circunstancias; cambio en los problemas estudiados: de lo económico y demográfico a lo cultural y emocional; cambio en las fuentes principales de influencia: de la Sociología, Economía y Demografía a la Antropología y Psicología; cambio en el sujeto: del grupo al individuo; cambio en los modelos explicativos de la mutación histórica: de lo estratificado y unicausal a lo interconectado y multicausal; cambio en la metodología: de la cuantificación de grupo al ejemplo individual; cambio en la organización: de lo analítico a lo descriptivo; y cambio en la categorización del papel del historiador: de lo científico a lo literario. Estos cambios multifacéticos en cuanto a su contenido, lo objetivo de su método y el estilo de su discurso histórico, los cuales están dándose todos a la vez, presentan claras afinidades electivas entre sí: todos se ajustan perfectamente. No existe ningún término adecuado que los abarque, y por ello la palabra “narrativa” nos servirá por el momento como una especie de símbolo taquigráfico para todo lo que está sucediendo”.
Estos escritos demuestran que Stone es una persona inteligente, con capacidad retrospectiva.
Lo que domina en el panorama historiográfico es el análisis de estructuras a partir de los años 30, luego más adelante a partir de la década los 70 hay autores que vuelven a narrar, pero no narran como los historicistas-positivistas, sino que adoptan un estilo diferente.
Circunstancias que rodean al hombre: con esto se hace referencia a que durante las historias estructurales el hombre como individuo desaparece, lo que importaban eran las cifras, estructuras, clases sociales… pero los seres humanos con rostro no eran importantes. Ahora vuelven a interesar los individuos, no individuos de las élites como el historicismo sino individuos del pueblo, lo de abajo. El retorno al interés por el individuo, es paralelo al auge del interés por lo individual.
Es la 3ª fase de Annales (que en un principio eran cuantitivistas y estructuralistas), los que protagonizan el inicio de la narrativa. Es la fase previa, y la posterior de retorno a la narrativa.
En vez de analizar las estructuras de la sociedad francesa, se vuelve a describir en este retorno a la narrativa.
“Si mi diagnóstico es correcto, el desplazamiento hacia la narrativa por parte de los ‘nuevos historiadores’ señala el fin de una era: el término del intento por producir una explicación coherente y científica sobre las transformaciones del pasado. Los modelos del determinismo histórico, los cuales se basan en la economía, la demografía o la sociología, se han derrumbado frente a las pruebas, empero ningún modelo completamente determinista sustentado en alguna otra ciencia social —la política, la psicología o la antropología— ha surgido para ocupar su lugar. El estructuralismo y el funcionalismo no han resultado ser mucho mejores en absoluto. La metodología cuantitativa se ha mostrado semejante a una caña bastante frágil que sólo puede responder a un conjunto limitado de problemas. Obligados a decidir entre modelos estadísticos a priori sobre el comportamiento humano, y una comprensión basada en la observación, la experiencia, el juicio y la intuición, algunos de los 'nuevos historiadores' manifiestan actualmente la tendencia a dejarse llevar hacia el segundo modo de interpretar el pasado”. [...]
(“The revival of narrative: reflections on a new old History», Past and Present 85, 1979. Reeditado en la colección de ensayos del autor The Past and the Present, Londres, 1981, pp 74-96. Hay edición española: El pasado y el presente. México).
Los modelos del determinismo, es decir partir de una idea previa, que aplican al pasado y predice el futuro (dicen que algo va a ocurrir de tal forma porque un modelo dice que ocurrió así en el pasado -por ejemplo, modelo marxista-), empiezan a entrar en crisis (economía –marxismo-, demografía –Annales…). Se derrumban modelos deterministas, pero no aparecen nuevos modelos deterministas que los sustituyan, así que se genera un vacío de modelos deterministas. Los historiadores dicen que no hay modelo determinista que explique todo el pasado.
Obligados a decidir modelos estadísticos a priori sobre el comportamiento humano (modelos deterministas), se presenta otra alternativa que es una comprensión basada en la observación, experiencia, juicio… etc. Es decir, miras el pasado olvidando los modelos rígidos, y observas -por ejemplo- el mundo medieval, juzgando con tu propia intuición.
Con el retorno de la narrativa se llega a rozar casi el estilo o formas de periodismo.
* GEORGES DUBY
“En 1968 se me propuso escribir, para la colección que había fundado Gerard Walter, Trente journees qui ont fait de France, el libro dedicado a uno de esos días memorables, el 27 de julio de 1214. Ese domingo, en la llanura de Bouvines, el rey de Francia, Felipe Augusto, hizo frente, a pesar suyo, a la temible coalición del emperador Otón, del conde de Flandes, Ferrand, y del conde de Boulogne, Renaud; gracias a Dios el rey ganó la batalla. El emperador se había escabullido y los dos condes fueron hechos prisioneros. Tal y como se ha repetido en numerosas ocasiones, fue una victoria fundadora: con ella los fundamentos de la monarquía francesa se consolidaron definitivamente. Una batalla, un acontecimiento puntual y estrepitoso."
Esto es la introducción del libro llamado Domingo de Bouvines de Duby. En la introducción lo que hace es plantear un hecho puntual que tuvo repercusiones mayúsculas en Francia. De esta forma justifica que los acontecimientos individuales (tiempo corto de Braudel) pueden tener repercusiones en todo ámbito (inclusive modificar el tiempo medio o largo).
"Acepté. Mis amigos, los historiadores que como yo se decían discípulos de Marc Bloch y Lucien Febvre, se sorprendieron. La historia que hacían y la que hasta ese momento yo había hecho, esa que mas tarde se llamaría, abusivamente, “nueva” (y digo abusivamente porque la mayor parte de los interrogantes que habíamos planteado, no sin orgullo, ya los habían formulado nuestros predecesores, antes de que el marco positivista se hiciera pesado, en el segundo tercio del siglo XIX), marginaba el acontecimiento, se negaba a narrarlo, dedicándose, por el contrario, a plantear y resolver problemas; rechazando las agitaciones de la superficie, su propósito era observar, a medio y largo plazo, la evolución de la economía, de la sociedad, de la civilización."
Desde Marc Bloch y Lucien Febvre, se hacía mucho análisis puro y duro, mucho análisis de estructuras económicas y sociales, del tiempo largo, marginando el tiempo corto de los acontecimientos invidividuales. Había ya cansancio en este tipo de trabajo, porque no se hacía nada de narrativa, y encima, a pesar del trabajo colosal que suponían estos análisis, no se habían conseguido las leyes del cambio histórico. Es este hartazgo lo que lleva a abandonar en algunos casos esos grandes análisis y dedicarse a narrar acontecimientos particulares.
Además, lo bueno de un caso particular es que en determinados casos se puede usar para explicar lo general, siempre que se parta con conciencia y con un estudio y conocimiento profundo del tema.
"Tuve que explicar las razones de mi decisión. Seis años antes, un encargo de Albert Skira me había brindado la oportunidad de dirigirme a otros que no fueran mis colegas ni mis alumnos, salir del estudio, tratar cuestiones igualmente arduas y sin ninguna complacencias, pero utilizando un tono más libre. Me aficioné a esa libertad. Ahora tenía una nueva ocasión de publicar mis reflexiones, de exponer el resultado de mis investigaciones sin estar obligado a dar mis referencias en notas eruditas a pie de página; podía abandonarme a la satisfacción de escribir a mi antojo, sin restricciones, ya que la colección a la que se me invitaba era muy abierta... Esa fue la primera razón de mi decisión: la seducción del placer...."
Una obra sobre las catedrales en la Edad Media, que él hizo por un encargo para un colega editor para un público amplio. Aquí dice que el abandono de la historia estructuralista fue el placer de poder escribir más libremente, por eso él abrazó la narrativa.
"Evidentemente se había dicho todo sobre las causas y consecuencia de la batalla... Este trabajo precedente me tranquilizaba: podía, sin ningún escrúpulo, remitir al lector a esos excelentes análisis. El material estaba allí, lo volví a considerar, especialmente los relatos que entonces se escribieron sobre el acontecimiento y, más tarde, a lo largo del tiempo, con el fin de realizar una investigación orientada de forma distinta y que se desarrolló en tres niveles."
En el presente párrafo nos habla de que se lanzó a la narrativa en ese texto porque la Historia estructural de ese período y lugar ya estaba hecha, por lo que no se sentía en deuda con nada ni nada. Hace defensa de historia erudita, habla simplemente de la batalla porque ya existe un estudio serio, académico respetable.
En primer lugar —era la época en que la lectura asidua de los antropólogos me impulsaba a replantear mis interrogantes, a abordar desde otros ángulos el estudio de la sociedad feudal— esbocé una especie de etnografía de la práctica militar a comienzos del s. XIII: observaba a los combatientes de Bouvines como a un pueblo exótico, subrayando la extrañeza, la singularidad de sus gestos, de sus gritos, de sus pasiones, de los espejismos que los fascinaban. Paralelamente, situar la batalla en relación a la guerra, a la tregua, a la paz, me pareció la manera de circunscribir más exactamente el campo de lo que llamamos la política y de percibir mejor cómo, en esa época, lo sagrado se mezclaba inextricablemente con lo profano. Por último, intentaba observar cómo un acontecimiento se hace y se deshace, puesto que, a fin de cuentas, su existencia depende de lo que se dice; ya que, para hablar con propiedad, el acontecimiento es inventado por aquellos que divulgan su fama; así pues, esbozaba la historia del recuerdo de Bouvines, de su deformación progresiva gracias al juego, casi nunca inocente, de la memoria y el olvido.... (G. Duby, El domingo de Bouvines: 24 de julio de 1214. Madrid: Alianza, 1988, -“Prólogo”, 7-10-).
Desde 1979 hasta hoy, la antropología es la ciencia social de referencia para la Historia, y que más influye en la perspectiva de los historiadores.
Él toma la batalla para hacer una etnografía de la práctica militar de la época en Francia.
Duby promueve el deshacerte de tus prejuicios, olvidarse de los códigos culturales… etc., porque hay que entender que cada cultura y cada tiempo construye sus significados, por lo que no podríamos analizar desde nuestras perspectivas culturales la sociedad micénica griega por poner un ejemplo. Hoy en día se mira todo en términos funcionales, prácticos y económicos, cuando cuanto más en el pasado, menos importa las razones económicas (por ejemplo, en el siglo XVI con Felipe II la cuestión económica era mil veces menos importante que la económica).
Duby hace defensa del análisis del caso único, del cual se pueden extraer preceptos generales. Si hacemos una comparación es como ver y analizar un partido de fútbol, ya que analizando un partido de fútbol en el vemos todas las leyes y reglas que tiene el fútbol, no hay necesidad de ver todos los partidos para sacar unas reglas generales.
Nosotros no accedemos a los hechos del pasado, sino a lo que se ha dicho de los hechos del pasado, antes no se consideraba importante y ahora si es importante. Ahora no solo interesa el hecho, sino como ese hecho se va construyendo en la mente de la gente. El pasado está permanentemente inventándose en la actualidad, hoy en día se piensa una cosa de la Guerra Civil, dentro de 300 años se pensará otra, y así sucesivamente.
* HAYDEN WHITE
“Mientras leía a los clásicos del pensamiento histórico europeo del siglo XIX me pareció evidente que para considerarlos como formas representativas de la reflexión histórica hacía falta una teoría formal de la obra histórica. Esta teoría es lo que he tratado de presentar en la Introducción.
En esa teoría considero la obra histórica como lo que más visiblemente es: una estructura verbal en forma de discurso en prosa narrativa. Las historias (...) combinan cierta cantidad de “datos”, conceptos teóricos para “explicar” esos datos, y una estructura narrativa para presentarlos como la representación de conjuntos de acontecimientos que supuestamente ocurrieron en tiempos pasados. Yo sostengo que además tienen un contenido estructural profundo que es en general de naturaleza poética, y lingüística de manera específica, y que sirve como paradigma precríticamente aceptado de lo que debe ser una interpretación de especie “histórica”. Este paradigma funciona como elemento “metahistórico” en todas las obras de alcance mayor que la monografía o el informe de archivo”.
Él habla de la teoría de la forma (cómo está escrito), no del contenido que es lo que se había hecho hasta entonces. Cuando dice de “naturaleza poética” se refiere a narrativa.
La especie de literatura, que llamamos historia (según el giro lingüístico recordad que la historia es literatura), tiene un marco que hasta entonces no se había estudiado, mientras que en otras ramas de la literatura si se había estudiado esos marcos, por ejemplo en la poesía, que tenía sus marcos estudiados, ya que la poesía puede ser épica, dramática, romántica… etc.).
“Mi método, en resumen, es formalista. No trataré de decidir si la obra de determinado historiador es un relato mejor, o más correcto, de determinado conjunto de acontecimientos o segmento histórico que el de algún otro historiador; más bien, trataré de identificar los componentes estructurales de tales relatos”
Afirma Hayden que él en ningún momento juzga la Historia, que solo va a analizar el marco de la historia.
“Yo sé que “el Imperio Romano”, “el papado”, “el Renacimiento”, el “feudalismo”, “el Tercer Estado”, “los puritanos”, “Oliver Cromwell”, “Napoleón”, “Ben Franklin”, “la Revolución francesa”, etc. −o al menos entidades a las que estos términos refieren− preexistieron a cualquier interés por ellos de algún historiador dado. Pero una cosa es creer que una entidad alguna vez existió, y otra completamente distinta constituirla como un posible objeto de un tipo específico de conocimiento. Esta actividad constitutiva es, creo, una cuestión de imaginación tanto como de conocimiento” (Metahistoria: la imaginación histórica en el siglo diecinueve. México: FCE, 1992: 52)
El imperio romano, lo estudiemos o no, su caída existió. La caída del imperio romano es un concepto que existe en la mente de la gente, pero no existe materialmente. En la tarea de introducir ese concepto en la mente de la gente, introducimos elementos literarios para hacerlo posible.
* GIANNI VATTIMO
“…. No hay una historia única, hay imágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que haya un punto de vista supremo, comprensivo, capaz de unificar todos los restantes (tal sería el de “la Historia” que englobaría a la Historia del arte, de la literatura, de las guerras, de la sexualidad…etc.)”.
Como postmodernista él afirma o dice que cada enfoque es legítimo, nada es verdad absoluta o mentira absoluta, todo es por tanto relativo y todos los puntos de vista son distintas caras de una misma realidad.
¡Feliz Jueves! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
25/Mayo/2017
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