Continuamos con los borbones. Tras Felipe V sigue Fernando VI.
Fernando VI de Borbón nace el 23 de septiembre de 1713, hijo de Felipe V y su primera esposa María Luisa Gabriela de Saboya. Con dieciséis años contrajo matrimonio en la Catedral de San Juan Bautista de Badajoz con Bárbara de Braganza. Reinaría entre 1746 y 1759.
1. Rasgos generales de Fernando VI y su reinado
En cuanto a su personalidad era muy diferente a su padre, delegando gran parte de sus responsabilidades en sus ministros, por lo que sería tachado de indolente y conformista. Respecto a la personalidad de la Reina Bárbara, también sería muy distinta a su antecesora, la ambiciosa Isabel de Farnesio, por lo que su influencia en la política de su marido fue moderada; en el trato con su madrastra Isabel, Fernando supo ingeniárselas para mantenerla alejada de la Corte y de la política.
Fernando VI también reavivará, al menos en sus primeros años, la decadente vida cortesana que había heredado de los oscuros últimos años de reinado de Felipe V, así, continuó la labor de la corona como protectora de la cultura, con medidas como la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y también favoreciendo el éxito en el seno de la corte de figuras como Feijoo o Farinelli. Otra de las características del Reinado de Fernando VI será la desaparición de la influencia extranjera y el acercamiento a la aristocracia nacional, manifestada en el nombramiento de Carvajal como secretario de Estado, iniciándose de esta manera la, muchas veces malentendida, rivalidad política entre éste –partidario del acercamiento a Inglaterra- y Ensenada –francófilo-. Otras personalidades importantes del gobierno será Villadarias, que sobrevivirá al nuevo Rey, y el padre Rávago, español, jesuita y amigo de Carvajal, que pasará a ser confesor real.
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Fernando VI - Imagen de dominio público |
Volviendo a la relación entre Carvajal y Ensenada, el entendimiento entre ambos políticos será la clave del gobierno en tiempos de Fernando VI, si bien a primera vista no parecen tener demasiado en común, la realidad era otra ya que compartían un acuerdo inicial de fondo, respondiendo las conocidas discrepancias a asuntos puntuales. En lo que sí eran muy diferentes es en la personalidad, la formación y el modo de trabajar, a esto no ayudó el que sus ámbitos de competencia no estuviesen claramente diferenciados, ni tampoco su visión de la política, causante de las discrepancias que mencioné anteriormente. Aunque en líneas generales su labor política conjunta debe calificarse más como complementaria que como antagónica, aparte, estas contradicciones, en varios casos fueron beneficiosas para la política internacional porque confundirían a los embajadores extranjeros.
En agosto de 1758 falleció la reina Bárbara en Aranjuez tras una larga agonía, lo que produjo un agravamiento en la salud del rey, pues al contrario de lo que suele suceder en este tipo de enlaces reales, estos reyes si estaban profundamente enamorados. Se recluyó en el castillo de Villaviciosa de Odón hasta su muerte, ocurrida en 1759, al año siguiente de la muerte de su esposa.
En agosto de 1758 falleció la reina Bárbara en Aranjuez tras una larga agonía, lo que produjo un agravamiento en la salud del rey, pues al contrario de lo que suele suceder en este tipo de enlaces reales, estos reyes si estaban profundamente enamorados. Se recluyó en el castillo de Villaviciosa de Odón hasta su muerte, ocurrida en 1759, al año siguiente de la muerte de su esposa.
2. Política internacional: la Paz de Aquisgrán
Cuando Fernando VI sube al trono en 1746, la guerra de sucesión austríaca todavía andaba en marcha (1740-48), con dos bandos opuestos, liderados por Francia y por Inglaterra respectivamente. Los intereses de Fernando VI en política internacional eran algo contradictorios, pues por un lado deseaba la paz con Austria e Inglaterra, pero por otro quería seguir manteniendo las opciones políticas de los Farnesio sobre Italia, además de todo esto estaban los pactos de familia con Francia. Es por ello que desde el inicio del reinado de Fernando VI se emprenden conversaciones en busca de un acuerdo, pero el intento de paz por separado no resultó y además provocó cierta tensión con Francia.
Todos estos contactos por separado entre las distintas potencias y la confusión consiguiente a la hora de alcanzar un acuerdo de paz en el marco de la guerra de sucesión austríaca, hizo que cada vez más fueran conscientes de la necesidad de convocar una asamblea conjunta. Es así como en diciembre de 1747 se trasladaron a Aquisgrán. Sin embargo, las distintas facciones siguieron manteniéndose pues siguieron trabajando por grupos. Finalmente, tras algunas concesiones se desbloquearía la situación debido al entendimiento entre Francia y Austria, a la cesión por parte de Austria al infante don Felipe de los ducados italianos y al respeto de las posesiones inglesas. En lo que respecta a España quedaría decepcionada ya que ni siquiera se habló de sus pretensiones de recuperación de Gibraltar y Menorca, pero no tendría más remedio que firmar.
La firma definitiva del tratado se produjo en octubre de 1748, por la cual se restituían las conquistas de guerra en todos los casos, Austria ganaba el reconocimiento de la Pragmática Sanción que permitía reinar a María Teresa a cambio de la pérdida de territorios como Silesia –Prusia– o una parte del Milanesado –Cerdeña–, así como los ducados de Parma, Guastalla y Placentino –que pasan al infante don Felipe–. En lo que respecta a Francia seguiría manteniendo el dominio continental, Prusia inició su ascenso y Holanda finalmente se salvó. Centrándonos en España, no salió demasiado beneficiada pues los ducados del infante don Felipe no eran hereditarios, aparte tampoco vio colmadas las promesas suscritas con Francia mediante el Segundo Pacto de Familia.
Como conclusión decir que Aquisgrán no fue más que una tregua forzada por la igualdad de los contendientes. Para España tuvo una continuación en el convenio hispanoinglés de 1749, que se firmó con el objetivo de solucionar problemas menores, por el mismo se ratificaron tratados comerciales anteriores y se indemnizó a la compañía de los Mares del Sur por los años de la guerra en que no puedo disfrutar de su asiento. A pesar de todo la situación había mejorado claramente para España si nos atenemos a las consecuencias de la Guerra de Sucestión de Austria: había conseguido restablecer algo su influencia en Italia, logró prevenir el riesgo de los ataques ingleses en América y recuperar los privilegios comerciales concedidos a Inglaterra en Utrecht.
3. Política internacional: acuerdos con Portugal
Como consecuencia de la Paz de Aquisgrán se pudo mejorar la economía y reforzar el Ejército, más concretamente la Marina. En este aspecto chocarían los ministros Carvajal, más diplomático, y Ensenada, más partidario de la paz armada. En todo caso, para conseguir este objetivo fue necesario mantener las distancias con Francia e Inglaterra, desarrollándose una política de neutralidad, por la cual se favorecía el acercamiento pero nunca el compromiso con alguna de estas potencias, para evitar una situación de dependencia. Esta neutralidad era relativamente fácil de desarrollar en Europa, en América, sin embargo, fue más problemática debido al peligro de alianza entre Holanda e Inglaterra, por lo que se buscará el apoyo de Portugal.
Portugal tenía interés en la colonia de Sacramento, territorio entre el sur de Brasil y la orilla norte del Plata, de hecho el avance portugués hizo temer a Carvajal por la integridad de los territorios del Plata, llegándose en 1750 a un primer acuerdo de intercambio del Sacramento español por el Ibicuy –Paraguay– portugués, y en 1751 a la ratificación del mismo gracias a la mediación de doña Bárbara ante su hermano José I de Portugal.
Portugal tenía interés en la colonia de Sacramento, territorio entre el sur de Brasil y la orilla norte del Plata, de hecho el avance portugués hizo temer a Carvajal por la integridad de los territorios del Plata, llegándose en 1750 a un primer acuerdo de intercambio del Sacramento español por el Ibicuy –Paraguay– portugués, y en 1751 a la ratificación del mismo gracias a la mediación de doña Bárbara ante su hermano José I de Portugal.
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Marqués de la Ensenada, su nombre real era Zenón de Somodevilla y Bengoechea - Imagen de dominio público |
Curiosamente tanto en España como en Portugal el tratado fue acogido con un gran rechazo porque se pensaba que había salido beneficiado el contrario. Los jesuitas también se opusieron mediante la negativa al abandono de los territorios, por lo que el tratado en vez de arreglar las cosas provocó un conflicto entre portugueses y guaraníes.
Aunque recordemos que el tratado con Portugal no fue el único acuerdo internacional, ya que volviendo al convenio hispanoinglés de 1749, éste tendría su continuación un año después con un nuevo tratado por el cual se ratificaba la prolongación del asiento y del navío de permiso por cuatro años más, España se comprometía a pagar a la Compañía de los Mares del Sur 100.000 libras, quedando de esta forma zanjadas todas las disputas. España a cambio ganaba más libertad en el comercio americano y la promesa inglesa de defender las colonias españolas frente a ataques enemigos. Sin embargo, en la práctica, la amistad no sería duradera debido a la distinta forma de entender el comercio americano.
Y por último, respecto a Italia, la neutralidad española quedará expresada en la continuidad de las ventajas conseguidas en Aquisgrán, viéndose favorecido por un enlace real entre el heredero de la casa de Saboya y una hermana de Fernando VI. En el norte de África, el corsarismo se combatirá con acuerdos comerciales y políticos, suavizando la defensa bélica.
4. Las reformas económicas y administrativas
Una vez conseguida una situación de relativa tranquilidad gracias a la política de neutralidad, se pudo desarrollar el reformismo económico, algo fundamental, pues la utilidad de esa paz debía enfocarse hacia el fortalecimiento militar y el respaldo económico a actividades en decadencia. Así los objetivos principales, siguiendo la línea mercantilista más pura, serán desviar dinero para el ejército y la Marina, y para el progreso comercial e industrial.
En lo que respecta a la Marina tenemos las Ordenanzas generales de la Armada de 1748, además se adoptó el sistema de construcción inglés, este rearme se dio sobre todo en los años de Ensenada.
La reforma de la Hacienda fue de las más ambiciosas en cuanto que se intentó establecer la contribución única en Castilla, que ya venía funcionando en Aragón, en castigo por el apoyo al candidato austríaco en la Guerra de Sucesión española. Hasta entonces, la más importante masa de rentas que entraban en el Real erario eran las llamadas rentas provinciales, que pagaban los pueblos castellanos y gravaban los productos de primera necesidad, así, teníamos a la alcabala, los cientos, las tercias reales, los millones, el servicio ordinario y extraordinario, el servicio de milicias y el cuarto fiel medidor entre otros impuestos.
Con los proyectos de reforma se pretendía agilizar el sistema de cobranza, y eliminar las trabas que entorpecían la recaudación. Aunque estas inquietudes venían de muy atrás, no surgen en el reinado de Fernando VI, ya que recordemos que en el siglo XVII existía el mismo problema. El decreto se firmará en 1749 y se basará sobre todo en las rentas personales y de la tierra. Los objetivos que se planteó el decreto fue: conseguir unos impuestos o recaudaciones más igualitarias socialmente y obtener más dinero de las rentas de la tierra. Pero la resistencia de la aristocracia terrateniente y la negligencia del sistema en los primeros años de funcionamiento debido a su difícil implantación supondrían menores ingresos.
Este proceso y su aplicación no fue lineal, pues fue ralentizada por la crisis de 1754, aunque para 1749 ya se consiguió que todas las rentas fueran administradas directamente por la Hacienda, suprimiéndose así todos los arrendamientos. Los arrendatarios son los que ocuparán la burocracia del ramo, pues éstos eran quiénes conocían los mecanismos de la recaudación. Sabiendo esto se puede deducir que si bien se paliaron muchas injusticias y se ganó en equidad, seguirán existiendo los fraudes y cohechos.
En este contexto cobra sentido el famoso catastro de Ensenada, pues para establecer el reparto proporcional de los bienes de los contribuyentes era necesario conocer previamente la riqueza del país para de esa forma ser lo más equitativo posible con los súbditos a la hora de recaudar la contribución. Este catastro tuvo otros antecedentes, como el catastro de Cataluña, sobre el cual se basará Patiño para desarrollar su política de contribución única –si bien los privilegiados quedaron exentos de esto–. La elaboración del catastro le correspondió a una Junta, siendo novedad que este catastro preveía que todos los súbditos contribuyan (incluida la nobleza), lo cual era algo totalmente revolucionario.
En 1751 se dio otro paso para controlar mejor el dinero en España, ya que se produjo la creación del Real Giro, por el cual el dinero que salía de España y el pago de operaciones en el extranjero eran competencia de la Hacienda. En ambos casos salía favorecida la Administración pero los financieros privados salieron perjudicados.
En el comercio con América se crearon nuevas compañías privilegiadas por acciones, sobre las que surgirán las denominadas compañías “de comercio y fábricas”, por la cual a los privilegios mercantiles se les unía otro para la fabricación de los productos enviados a América.
En lo que concierne a la industria se seguirá en la línea de crear fábricas estatales, como la de paños de Brihuega y de San Fernando, la de sedas en Talavera o la fábrica de tabacos de Sevilla. Aparte se favoreció la atracción de técnicos extranjeros y se puso en marcha una política de exenciones fiscales, que vendrían a mejorar las ya tradicionales exenciones particularizadas. Casi todas estas iniciativas eran gestionadas por la Junta de Comercio, dirigida por Carvajal. Relacionada con estas iniciativas tenemos el restablecimiento del sistema de intendentes, que eran agentes encargados de incentivar las actividades económicas en respectivas circunscripciones.
También será importante en este reinado la política de comunicaciones por la que se buscó la mejora de los transportes entre Madrid y la periferia, sobre todo con la costa norte, además de mejorarse algunos puertos. Sin embargo algunos puntos de estas reformas fracasarían debido a la enorme oposición que suponían los privilegios estamentales.
5. Política eclesiástica: concordato con la Santa Sede
Este aspecto será fundamental para el gobierno de Ensenada y para la monarquía de Fernando VI en general, siendo fundamental la conservación o crecimiento de las regalías y del patronazgo. Así lo muestra el Apuntamiento que Ensenada le presentó al Rey, a los pocos meses de su acceso al trono, por el cual denuncia el incumplimiento por parte del papado de la mayor parte de los artículos del Concordato suscrito con Felipe V. Para Somodevilla esta cuestión era el “negocio más grave e importante de la monarquía”.
En 1753 Ensenada redactará un extenso memorial de marcado carácter regalista pues establecía los modos de intervención del monarca en asuntos de disciplina y economía eclesiástica. La respuesta de Fernando VI vino en forma de 18 leyes y decretos en los que definía y perfilaba la regalía del Real Patronato. Todos estos acontecimientos acontecieron paralelos a las negociaciones secretas para el desarrollo del nuevo concordato.
Visto esto era fundamental la consecución del Concordato de 1753, en cuyo desarrollo intervendrá el padre Rávago mediante su presión al gobierno para que negociara con Benedicto XIV, si bien es cierto que a Roma en estos momentos se le mirada como una “ladronera” ya que exigía unas tasas arbitrarias y exorbitantes por la confirmación canónica de los beneficios eclesiásticos de España. De hecho, el antecedente Concordato de 1737 se veía como una traición al Reino. Las negociaciones se llevaron en secreto entre el padre Rávago y Ensenada con el cardenal secretario Valenti, fue tanta la discreción que paralelamente Carvajal intentaba llevar a cabo un acercamiento más público y diplomático con la Santa Sede, sin demasiados resultados y sin saber lo que se estaba gestando en secreto. El acuerdo se cerró en el 1753 pero dos años antes ya tenía decidido Benedicto XIV la concesión del Patronato Universal a Fernando VI. Así pues no es de extrañar la euforia que envolvía al gobierno por los premios y regalos de enorme cuantía recibidos.
Respecto a su valoración, se ha insistido que el Concordato de 1753 fue como un hito señero del regalismo español, y si bien esto no es falso, tampoco hay que olvidar que el regalismo de los equipos ministeriales del reinado de Fernando VI no supuso más que el ensanchamiento de ciertos derechos patronales del monarca sobre cosas y personas eclesiásticas, que igualaron las regalías que las otras monarquías europeas habían conseguido hacía tiempo –Francia, Venecia, Alemania, Portugal–. Incluso en su aplicación práctica el Concordato supuso más una victoria simbólica que real pues tuvieron más aplicación sobre el papel que en el plano físico pues Roma hizo todo lo posible para boicotear la aplicación del Concordato.
Respecto a su valoración, se ha insistido que el Concordato de 1753 fue como un hito señero del regalismo español, y si bien esto no es falso, tampoco hay que olvidar que el regalismo de los equipos ministeriales del reinado de Fernando VI no supuso más que el ensanchamiento de ciertos derechos patronales del monarca sobre cosas y personas eclesiásticas, que igualaron las regalías que las otras monarquías europeas habían conseguido hacía tiempo –Francia, Venecia, Alemania, Portugal–. Incluso en su aplicación práctica el Concordato supuso más una victoria simbólica que real pues tuvieron más aplicación sobre el papel que en el plano físico pues Roma hizo todo lo posible para boicotear la aplicación del Concordato.
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El político José de Carvajal y Lancaster - Imagen de dominio público |
6. La crisis de 1754 y el final del Reinado
La política reformista se vería afectada con la repentina muerte de Carvajal, pues sería suplantado por el embajador en Londres, Ricardo Wall, seguidor del ministro fallecido, anglófilo y amigo de Keene, el embajador inglés en Madrid. Esto no le gustó a Ensenada que busco entonces el acercamiento a Francia, lo que le valdría para ser arrestado y desterrado de la Corte, pues la influencia de Keene era enorme. Sin embargo, el cambio de gobierno que en principio parecía continuista, pues los que sucedieron a Ensenada –Arriaga, Eslava y Valparaíso– eran protegidos suyos, acabó dando un giro cuando éstos se encontraron en el poder: se privatizaron muchas fábricas estatales, si bien mantuvieron el proteccionismo y la política de exenciones de fiscales, pero otros proyectos como la contribución única o la renovación de la Marina serían paralizados. Respecto a Wall, su temida anglofilia no se manifestó demasiado y no se arrodilló ante las exigencias inglesas.
De esta forma llegamos a los dos últimos años de reinado, caracterizados por la inactividad total, con un Rey sumido en una profunda depresión por la muerte de su esposa, y un Carlos de Nápoles abonando el territorio para su futuro reinado como Carlos III de España.
¡Feliz Jueves! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
14/Octubre/2016
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