En la presente entrada hablaremos del aspecto cultural y artístico de la época. Vamos para ello a ver los dos grandes movimientos culturales (Renacimiento y Humanismo) desde la óptica española.
1. Consideraciones generales del Renacimiento y Humanismo en España
La periodización de la historia cultural en la Edad Moderna tradicionalmente se ha dividido en Renacimiento, Barroco e Ilustración. Centrándonos en el Renacimiento vemos que es una de las etapas más aceptadas académicamente desde que fuera sistematizada por Jacob Burckhardt hacia 1860, en contraposición a la oscura Edad Media, nos hablaba de una etapa antropocéntrica, laica e individualista.
Íntimamente ligado al Renacimiento va el Humanismo, que podemos definir como su esencia. El concepto de Renacimiento engloba la época histórica en su totalidad, así como sus innovaciones en todos los campos de la actividad humana: política, técnica, arte, economía, religión. El Humanismo se refiere más concretamente al aspecto cultural, basado en el interés por las letras clásicas grecolatinas, y que provocó la aparición de un nuevo sistema de valores. Aportó métodos y técnicas de crítica y depuración textual, y editó nuevas ediciones y traducciones de los clásicos, diferenciándose un Humanismo clasicista de otro cristiano, que Erasmo y sus seguidores intentaron compatibilizar.
El Humanismo favoreció el ascenso de la gramática, la retórica y la filología en detrimento de la jerarquía de saberes enunciada por la Escolástica, por el cual la teología era la ciencia más alta y por detrás se situaban las demás, esta Escolástica era la herencia cultural del Medievo, objetiva, intelectualista y gregaria, el Humanismo la combatió con su subjetivismo antropológico. Sin embargo no debemos pensar que los humanistas se verían como detentores de un pensamiento opuesto a la Escolástica sino más bien como la respuesta a la necesidad de resolver los nuevos problemas surgidos con nuevos planteamientos, como complemento del saber medieval. Frente al teocentrismo medieval que propugnaba la salvación en la otra vida y el apartamiento del mundo para conseguirlo, en el Renacimiento surge el ideal de la virtud y una vida basada en principios éticos.
Dentro del Humanismo encontramos dos tipos: uno original que empezó a funcionar en Italia y otros puntos muy concretos en los siglos XIV y XV con una fascinación clásica clara, y otro de recepción y difusión más internacional que defendía el uso de las lenguas vernáculas y generó literatura de creación nacional. Se discute su relación con el desarrollo científico, e incluso la ruptura con el Medievo, hasta el punto de la polémica teoría de Curtius, quien afirma que solo existió el Renacimiento en Italia, mientras que en el resto de países solo se dieron oleadas de “italianismo”.
Si atenemos a la historiografía clásica alemana del siglo XIX el Renacimiento nunca llegó a España, considerado por éstos como un territorio bárbaro y marginado del resto de Europa cuyo progreso cultural se basaba en la Escolástica, en contraposición al Renacimiento liberal, tolerante y laico. Esta postura se basaba en la intransigencia religiosa de los Austrias mayores, y en las raíces judías y árabes de la Península y era incluso defendida por algunos autores españoles como Ortega y Gasset o Menéndez Pelayo.
Hay otros autores como Marcel Bataillon que lo reivindican distinguiendo entre una primera mitad de Renacimiento erasmista y una segunda parte de Renacimiento renovador de la Escolástica. Otros hablan del Renacimiento como un flujo de autores y actitudes que entraron en la Península por el reino de Aragón, muy relacionado con Italia. José Antonio Maravall destaca la doble vertiente del Renacimiento: por una parte la recuperación de la Antigüedad clásica, y por otro lado su proyección en el presente. En el Renacimiento se dará también un movimiento de regeneración dentro de la Iglesia Católica, en España tendremos el intento de la universalización católica, la resistencia protestante, y finalmente el Concilio de Trento a mediados del siglo XVI, que sentará las bases dogmáticas y disciplinares de la Iglesia.
2. Los primeros humanistas en Castilla y Aragón
A finales de la Edad Media la Península Ibérica se configuraba como un espacio marginal y alejado de los centros culturales europeos, en pleno proceso de Reconquista cristiana, con una minoría judía muy dinámica y bien asentada que junto con los moros constituían una cultura de lo más ecléctica.
Esta tónica general la rompía la Corona de Aragón, que empezó a desarrollar su expansión natural hacia el Mediterráneo, por esta vía llegaron los primeros contactos con Italia a través de Sicilia y Nápoles. En la vía religiosa los clérigos hispanos fueron partícipes activos de los Concilios romanos y entablaron contactos con los más destacados humanistas italianos por medio del papado, fuertemente relacionados desde la estancia del papado en Aviñón allá por el siglo XIV, donde estuvo el propio Petrarca. La asimilación de la nueva cultura iba asociada a la corte de los reyes aragoneses, por lo general abiertos y receptivos, así tenemos el ejemplo de Alfonso V el Magnánimo, quien convirtió su corte en verdadero centro cultural en la primera mitad del siglo XV. Este humanismo catalano-aragonés se consolidó en el XIV y XV con la traducción al catalán de textos clásicos y luego de humanistas italianos, aunque conviviera con corrientes medievalizantes. Fueron figuras importantes Bernat Metge, secretario de Juan I, Joan Margarit, obispo de Gerona y Jeroni Pau.
En Castilla el Humanismo se ve favorecido por los monarcas, los nobles y los sectores letrados tanto religiosos como laicos. Desde Juan II, que reina en la primera mitad del siglo XV coincidiendo prácticamente con el reinado de su primo Alfonso V el Magnánimo sobre Nápoles, comenzará una vasta campaña de contactos con los humanistas italianos y favorecerá la traducción de los clásicos grecolatinos en su corte. Personajes destacados serían: Enrique de Villena, traductor de la Eneida y la Divina Comedia entre otros; Alonso de Cartagena, judeoconverso y excelente latinista, traductor de Séneca y Cicerón, defiende la idea de que la Monarquía de Castilla es heredera del poder imperial de la antigua Roma; Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, gran mecenas, no es versado en latín lo que no le impide fomentar traducciones de los clásicos grecolatinos –Platón, Orosio–, los padres de la Iglesia –San Agustín–, de humanistas –Bocaccio–. Su biblioteca se convierte en una de las más notables del Cuatrocientos; Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado, estudió teología, filosofía y derecho en Salamanca, que como veremos más adelante será uno de los grandes centros culturales, realizó comentarios a los libros históricos de la Biblia y de la Antigüedad; Alfonso de la Torre, bajo el patrocinio del Príncipe de Viana, compone su “Visión delectable”, de las primeras obras realizadas en la tradición humanística; Rodrigo Sánchez de Arévalo, doctor de leyes por la Universidad de Salamanca, Obispo de Oviedo, Zamora, Calahorra y Palencia, escribirá su “Historia Hispana” por la que entronca la España medieval con la del Imperio Romano, siguiendo la tesis de Alonso de Cartagena, incluso presenta a su Rey Enrique IV como restaurador de la Monarquía visigoda. Alfonso de Palencia, discípulo de Alonso de Cartagena, autor polivalente y multidisciplinar, típico del humanista, escribe obras de filosofía, historia antigua y geografía, y también un vocabulario universal de latín y romance; Juan de Lucena, converso y canonista, escribió su “Diálogo de la vita beata”, en el que trata el tema de la felicidad mediante la escenificación de un diálogo entre el Marqués de Santillana, Alonso de Cartagena y Juan de Mena, en el cual esboza la figura del nuevo intelectual humanista. Frente a los humanistas tenemos la continuación de la tradición a cargo del noble Jorge Manrique con sus “Coplas a la muerte de su padre”, donde trata los tópicos de la fugacidad de la vida, el poder, la riqueza y la fama.
3. El Humanismo bajo los Reyes Católicos
El reinado de los Reyes Católicos supuso la consolidación definitiva del humanismo en España, y la corte se convirtió en destino de humanistas italianos como Pedro Martínez de Anglería o Marineo Sículo. El rey Fernando aprendió latín con Vidal de Noia e Isabel la Católica con Beatriz Galindo, la Latina, y la Biblioteca Real llegó a acumular más de 400 ejemplares.
En un panorama tan favorable no resulta extraña la eclosión de humanistas como Pedro Mártir de Anglería, oriundo del Milanesado, que llega a España en el 1487 bajo el patronazgo del conde de Tendilla, fue nombrado maestro de la corte en artes liberales, latín y retórica por la Reina Isabel. Se identificó desde el principio con España y nos ha delegado escritos sobre América.
La figura más representativa de esta etapa es Elio Antonio de Nebrija (1444-1522), sin duda la figura más destacada del Humanismo castellano, estudió artes en la Universidad de Salamanca, marchó a Bolonia donde adquirirá formación clásica durante diez años. Volvió a Salamanca para “desarraigar la barbarie” y ocupó la cátedra de Gramática y Latinidad, con una interrupción de por medio. En el 1481 publicó sus “Introductiones latinae”, que será el manual de aprendizaje del latín durante el siglo siguiente. Su reivindicación de la Gramática como una ciencia igual de importante que las demás fue clave para consolidar la importancia del castellano, pues él concebía la lengua como puerta al conocimiento y su evolución –la del castellano– la asoció a la grandeza del Imperio, así en 1492 publica su “Gramática sobre la lengua castellana”, el primer intento de fijar la estructura de una lengua vernácula. Pretendía que el castellano fuera a la Monarquía española lo que el latín a la Roma Imperial. Aparte escribió diccionarios y reglas ortográficas, comentarios filológicos sobre la Biblia, trabajos de historia imbuidos por la propagandística política. Finalmente abandonó Salamanca para trasladarse a la Universidad de Alcalá, invitado por el Cardenal Cisneros para participar en la elaboración de la Biblia políglota.
Por último hablar del Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1456-1517), quien abrió el Colegio-Universidad de Alcalá de Henares, institución encaminada a la formación del clero, enmarcándose en el denominado “Humanismo cristiano”. Será el coordinador de la Biblia políglota, que básicamente consistió en la elaboración de una versión en hebreo, latín de la Vulgata, griego, arameo y su correspondiente traducción latina.
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Cardenal Cisneros - Imagen de dominio público |
Con los Reyes Católicos se inicia el “Humanismo político”, consistente en recuperar la política de la antigüedad para aplicarla al tiempo presente, así, se usaron con fines propagandísticos los testimonios de la Antigua Roma con el objetivo de establecer un paralelismo con el Imperio que recién empezaba a granjearse la Monarquía hispana por Europa y las Indias. La historia humanista permitió a los gobernantes adquirir experiencia a partir de los gobiernos del pasado y conjugaba retórica, dialéctica y filosofía moral.
Los humanistas de más importantes de este tiempo fueron Hernando del Pulgar, secretario de los Reyes Católicos y cronista desde 1481, a destacar el hecho de que escribía en lengua vernácula y elaboró una lista de semblanzas de los personajes más destacados de su tiempo denominada “Claros varones de España”. La crónica de Hernando sería trasladada al latín por Nebrija, quien además le agregó aportaciones suyas.
Fernando de Rojas, bachiller jurista por Salamanca, toledano y converso, de él apenas sabemos nada salvo que parece ser el autor de la célebre “Celestina o Comedia de Calixto y Melibea”, aparecida en Burgos en el 1499. Cabe destacar la riqueza del lenguaje, en donde se combinan los usos populares con los cultos.
Juan de la Encina, discípulo de Nebrija formado en la Universidad de Salamanca, sus buenas relaciones con el papado le permitieron pasar estancias en Roma donde se empapó del Humanismo, cultivó la poética y el teatro, destacando sus obras el “Arte de la poesía” y un “Cancionero”, en lo que respecta al género teatral compuso obras religiosas y otras profanas. La gran proliferación de literatos no debe inducirnos al error de creer que la creación literaria era un modo de vida, pues era algo complementario, un pasatiempo para los nobles que no tenían guerras o para los cortesanos letrados; para algunos intelectuales la literatura no hace más que distorsionar las ciencias mayores como el derecho o la teología. Sin embargo tuvieron una enorme difusión gracias a la imprenta, que comenzó a introducirse hacia 1470 en ciudades como Segovia, Barcelona, Valencia y Sevilla, abaratándose los costes de producción, todo esto simultáneo al proceso de consolidación del castellano, que dejó el latín para disciplinas eruditas muy concretas como la filología, la filosofía, la teología o el derecho.
Fernando de Rojas, bachiller jurista por Salamanca, toledano y converso, de él apenas sabemos nada salvo que parece ser el autor de la célebre “Celestina o Comedia de Calixto y Melibea”, aparecida en Burgos en el 1499. Cabe destacar la riqueza del lenguaje, en donde se combinan los usos populares con los cultos.
Juan de la Encina, discípulo de Nebrija formado en la Universidad de Salamanca, sus buenas relaciones con el papado le permitieron pasar estancias en Roma donde se empapó del Humanismo, cultivó la poética y el teatro, destacando sus obras el “Arte de la poesía” y un “Cancionero”, en lo que respecta al género teatral compuso obras religiosas y otras profanas. La gran proliferación de literatos no debe inducirnos al error de creer que la creación literaria era un modo de vida, pues era algo complementario, un pasatiempo para los nobles que no tenían guerras o para los cortesanos letrados; para algunos intelectuales la literatura no hace más que distorsionar las ciencias mayores como el derecho o la teología. Sin embargo tuvieron una enorme difusión gracias a la imprenta, que comenzó a introducirse hacia 1470 en ciudades como Segovia, Barcelona, Valencia y Sevilla, abaratándose los costes de producción, todo esto simultáneo al proceso de consolidación del castellano, que dejó el latín para disciplinas eruditas muy concretas como la filología, la filosofía, la teología o el derecho.
4. El Humanismo bajo Carlos I
Durante los primeros años del gobierno de Carlos I la Universidad de Salamanca tomará un papel preeminente y pasará a convertirse en el emblema cultural de la Corona, colaborando en el engrandecimiento propagandístico de la Monarquía, continuando el Humanismo político iniciado por los Reyes Católicos. Esta comunión entre la universidad y la Monarquía se observa en la propia arquitectura y en el programa iconográfico, una alegoría de la grandeza del Imperio. La Universidad se vincula al proyecto de los Reyes con la función de formar juristas y hombres de gobierno humanistas, dejando clara la relación existente entre poder y saber.
El repertorio de los humanistas en tiempos de Carlos I incluye figuras muy notables: Fray Antonio de Guevara, franciscano, predicador del Emperador casi desde sus inicios y obispo de Mondoñedo. A veces da la sensación de que su humanismo es una simple fachada, no obstante se nos presenta como política renacentista en la obra “Reloj de príncipes”, en sus “Epístolas familiares” dirige cartas ficticias a personajes destacados.
Fray Francisco de Vitoria (1483-1546), dominico formado en París, profesor de teología en la Universidad de Salamanca. De los apuntes de clase y las conferencias monográficas conservadas se observa su inquietud por tratar cuestiones actuales desde una perspectiva teológico-jurídica. Así establece el “Ius gentium” –derecho de gentes–, basado en la Ley Natural, un concepto presente durante toda la Edad Moderna, y que en concreto supondrá la base para justificar el dominio de las Indias so pretexto de predicar el Evangelio y suprimir leyes y costumbres tiránicas. Encabeza la llamada Escuela de Salamanca que luego continuarán Domingo de Soto y Melchor Cano.
Fray Francisco de Vitoria (1483-1546), dominico formado en París, profesor de teología en la Universidad de Salamanca. De los apuntes de clase y las conferencias monográficas conservadas se observa su inquietud por tratar cuestiones actuales desde una perspectiva teológico-jurídica. Así establece el “Ius gentium” –derecho de gentes–, basado en la Ley Natural, un concepto presente durante toda la Edad Moderna, y que en concreto supondrá la base para justificar el dominio de las Indias so pretexto de predicar el Evangelio y suprimir leyes y costumbres tiránicas. Encabeza la llamada Escuela de Salamanca que luego continuarán Domingo de Soto y Melchor Cano.
Fray Bartolomé de las Casas, personalidad activa e inquieto intelectualmente, desde sus posiciones humanistas mostrará su inconformidad con fenómenos como por ejemplo los abusos coloniales padecidos por los indígenas. Escribió la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” y una “Historia de las Indias” que no pudo concluir. Sus enfrentamientos con Ginés de Sepúlveda fueron célebres, pues éste justificaba la conquista basándose en la inferioridad racial, cultural y religiosa de los indígenas.
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Fray Bartolomé de las Casas - Imagen de dominio público |
Otros serían Juan Ginés de Sepúlveda, surgió de la Escuela de Alcalá, escribió obras teológicas y jurídicas en latín, era historiador de Carlos I; Pedro Mexía, estudió derecho en Salamanca y fue contador de la Casa de Contratación de Sevilla, mantuvo correspondencia con Erasmo y Vives. Como erudito escribió “Silva de varia lección”, una recopilación de curiosidades y reflexiones, y como historiador una “Historia imperial y cesárea”; y Diego de Covarrubias y Leiva, estudió humanidades, leyes y cánones en Salamanca, fue uno de los juristas más influyentes de su época. Participó como obispo en Trento, y llegó a ser presidente del Consejo de Castilla en 1572, revisó las jurisdicciones papales e imperiales buscando siempre la salida regalista.
Centrándonos ahora en el Reino de Aragón debemos destacar a Jerónimo Zurita y Miguel Servet. Zurita se formó en Alcalá, su dominio del latín y el griego aunado a la aplicación de la crítica humanista le encumbró como cronista del reino, fruto de esto surgió “Anales de la Corona de Aragón”, desde la invasión de los musulmanes a la muerte de Fernando el Católico.
Miguel Servet estudió lenguas clásicas, teología, derecho y medicina, su vida fue un devenir continuo a lo largo de Francia, Italia y Alemania a causa de sus escarceos con el protestantismo, curiosamente acabaría siendo condenado a la hoguera por los calvinistas. Lo que nos da idea de la crispación religiosa reinante. Su principal logro fue el descubrimiento de la circulación menor de la sangre.
Por último y para completar este variado abanico de humanistas hablaremos de los “espiritualistas”, corriente que surge de la mezcla de la religiosidad medieval, la devotio moderna y la contemplación germánica, sus máximos exponentes serán Fray Luis de Granada y Fray Luis de León. Fray Luis de Granada (1504-1588), monje de origen humilde que se forma al amparo del conde de Tendilla, donde entraría en contacto con Pedro Mártir de Anglería, se hace dominico y estudia escolástica hasta que finalmente se establece en Lisboa, allí establece su lugar franco desde el que intercambia correspondencia con reyes, aristócratas, papas y obispos. En su obra se observan las influencias de Santo Tomás, San Agustín y San Francisco, plasmadas en obras como “El libro de la oración y meditación”, “La guía de pecadores” y la introducción al símbolo de la fe”.
* LA ALTERNATIVA ERASMISTA:
El erasmismo abogaba por una religiosidad más íntima, culta y evangélica, evitando los excesos jurídicos y festivos tanto en los rituales como en los sacramentos. Erasmo aspiraba a conjugar la piedad y la tradición cristianas con los saberes humanistas, la Biblia y la obra de los Santos Padres. Sus obras fueron difundidas y traducidas con profusión, a destacar el “Enchiridion o Manual de caballero cristiano”, los “Coloquios”, muy importantes para la difusión del pensamiento erasmista en España. Su introducción fue de lo más solemne, a través de las universidades, Alcalá de Henares lo invitó a participar en la Biblia Políglota, la imprenta –de Miguel Eguía– y la corte. De hecho mantuvo contactos con el canciller Gattinara y Alonso de Valdés, y tuvo valedores tan importantes como el arzobispo Fonseca y el cardenal de Sevilla e inquisidor Alonso Manrique.
También tuvo opositores como los teólogos escolásticos y el clero regular. En 1520 Diego López de Zúñiga inicia las hostilidades contra el erasmismo, siete años después el inquisidor proerasmista Alonso Manrique convocó en Valladolid una junta de teólogos, realmente fue un enfrentamiento entre la escuela de Alcalá, afín a Erasmo, y la de Salamanca, opuesta; la contienda se saldó sin un triunfador claro. El problema vino con la muerte de Alonso Manrique y el arzobispo Fonseca, tras lo cual se inician procesos contra Juan de Vergara, el impreso Miguel de Eguía y otro más. En el 1558 el papa Paulo IV condenó la obra de Erasmo, y tras el Concilio de Trento definitivamente se terminará con el talante conciliador defendido por el erasmismo.
En España, los erasmistas más notables fueron Alfonso de Valdés, de familia conversa, discípulo de Anglería y vinculado a la cancillería de Carlos I, justificó el saqueo de Roma en su “Diálogo de Lactancio y un arcediano”, interpretándolo como un castigo divino; Juan de Valdés, hermano del anterior, partidario de una religiosidad interior y no dogmática, tuvo que trasladarse a Nápoles tras las sospechas de la Inquisición, allí formará un círculo religioso de cariz iluminista imbuido de una ortodoxia de lo más ambigua; Juan de Vergara, formado en Alcalá, fue secretario de Cisneros y del arzobispo Fonseca, colaborando en la Biblia políglota con sus conocimientos de griego, latín y hebreo. Fue acusado de sospechoso de herejía por lo que fue multado y condenado a dos años de reclusión; y Juan Luis Vives, procedente de una familia valenciana judeoconversa, formado en París y exiliado en Europa, casi siempre en Brujas. Se enmarca en el humanismo cristiano influido por el erasmismo, pensador polifacético pues era filólogo, educador, psicólogo, antropólogo y reformador social.
* ACADÉMICOS, CIENTÍFICOS Y MÉDICOS:
La filosofía renacentista se mueve entre el idealismo platónico, más concretamente neoplatónico, y el naturalismo aristotélico, más materialista. Las universidades por regla general se decantarán por el aristotelismo, más centrado en los sentidos, lo que favoreció la consolidación de innovaciones en el campo de las ciencias matemático-astronómicas, apareciendo nuevas áreas como el cálculo mercantil.
Los cálculos astronómicos si decantaron más hacia el estudio de los movimientos planetarios, calendarios, navegación y confección de relojes solares, así como la utilización del astrolabio, fundamental para la navegación oceánica. Con el redescubrimiento de Ptolomeo se desarrollaron las coordenadas de longitud y latitud que pasaron a la cartografía.
En el Humanismo también se revalorizaron las obras de Hipócrates y Galeno, aunque depuradas filológicamente con traducciones directas del griego, quedando en un segundo plano las escuelas avicenistas y arabistas del medievo.
La universidad de Valencia se convierte en el centro de la anatomía vesaliana, debido a la animosa labor de los discípulos del anatomista belga Andrés Vesalio. Otros personajes importantes fueron Juan Valverde de Amusco con su “Historia de la composición del cuerpo humano”, tratado en castellano que fue difundido por toda Europa, y el aragonés Miguel Servet. En el campo del funcionamiento cerebral hay que hablar de Juan Huarte San Juan, quien distingue entre ingenios imaginativos, intelectivos y memoriosos, cada uno más apropiado para unas ciencias que otras; y de Miguel Sabuco, cuya teoría defiende el papel del cerebro como centro de todas las funciones orgánicas y el origen de los trastornos morbosos.
* LITERATURA CASTELLANA:
A mediados del 1500 ya aparece plenamente consolidado el castellano como lengua oficial de la monarquía, en detrimento de otras como por ejemplo el catalán, la imprenta en estos momentos también prosigue su avance imparable estando consolidada en Alcalá, Salamanca y Sevilla, lo que favorece la transmisión de obras literarias siendo los géneros: poesía y novela.
Las figuras más destacadas son Juan Boscán, poeta barcelonés e introductor de las formas métricas italianas junto con su amigo, el genial Garcilaso de la Vega, ambos encarnaban el ideal de “El Cortesano” sistematizado por Castiglione en su obra. La poesía de ambos será publicada póstumamente en el 1543, compuesta por sonetos, liras, églogas y canciones que se basan fundamentalmente en el amor.
Garci Rodríguez de Montalvo, máximo exponente de las novelas de caballería a través de su Amadís de Gaula, obra que supuso un auténtico bombazo editorial.
Opuesto al género épico de las novelas de caballería tenemos a la picaresca, iniciada por “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, novela que apareció en el 1554 en Burgos, Amberes y Alcalá y que será polémica por su marcado desarraigo, fundamentado en el hambre, la supervivencia a toda costa y el anticlericalismo.
Opuesto al género épico de las novelas de caballería tenemos a la picaresca, iniciada por “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades”, novela que apareció en el 1554 en Burgos, Amberes y Alcalá y que será polémica por su marcado desarraigo, fundamentado en el hambre, la supervivencia a toda costa y el anticlericalismo.
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Supuestos retrato de Garcilaso de la Vega - Imagen de dominio público |
* HUMANISMO PORTUGUÉS:
El inicio de los contactos con los humanistas italianos fue obra de los reyes de la Casa de Avís, así tenemos a Poggio elaborando un panegírico sobre los descubrimientos de Enrique el Navegante y las gestas náuticas lusitanas. El Humanismo portugués se caracterizó por la diáspora de sus miembros, como el caso de León Hebreo, protegido del Gran Capitán, quien fue con él hasta Nápoles, o el caso de Antonio Gouveia, portugués instalado en la Universidad de París. De este grupo de París retornarán algunos elementos que se instalarán en la Universidad de Coimbra bajo el patrocinio de Juan III. En el campo de la historiografía de la India destacará Luis de Camôes, militar y literato que narra la expansión por las Indias orientales a modo de epopeya nacional.
5. El Tardo-Humanismo
En pleno Catolicismo postridentino (posterior al Concilio de Trento) tomaron el relevo una serie de personajes, entre los que destacamos a Antonio Agustín, aragonés de vasta cultura, humanista, jurista, teólogo. Arqueólogo y numismático, estudio en Alcalá, Salamanca y Bolonia en donde contactó con destacados humanistas. Su renombrada formación jurídica le abrió las puertas de Roma y la corte, llegando a ser arzobispo de Tarragona y uno de los más importantes prelados en Trento.
Fray Luis de León (1527-1591), teólogo, escriturista y poeta agustino, estudió en la Universidad de Salamanca y Alcalá, llegando a ser un profesor muy popular de Filosofía, Teología y Biblia en Salamanca, lo que le granjeó la rivalidad de las otras órdenes y de los escolásticos. Aparte era un erudito de las lenguas –latín, griego y hebreo- y un excelente escritor en prosa castellana, destacando “De los nombres de Cristo”; sin embargo donde más destacó fue en el campo de la poesía.
Benito Arias Montano, extremeño de nacimiento que estudió Humanidades, Filosofía y Teología en Sevilla, Alcalá y Salamanca. Estuvo en Trento y fue reclamado por Felipe II debido a su pericia en las lenguas clásicas, hebreas, arameas y modernas, entrando como editor responsable de la “Biblia Regia”. Para configurar la biblioteca de El Escorial, de nuevo recurrieron a Montano, llegando albergar los 14000 volúmenes.
Y San Juan de la Cruz, estudió en Salamanca y fue alumno de Fray Luis de León, nos ha delegado una serie de obras teológicas místicas en verso y en prosa.
Fray Luis de León (1527-1591), teólogo, escriturista y poeta agustino, estudió en la Universidad de Salamanca y Alcalá, llegando a ser un profesor muy popular de Filosofía, Teología y Biblia en Salamanca, lo que le granjeó la rivalidad de las otras órdenes y de los escolásticos. Aparte era un erudito de las lenguas –latín, griego y hebreo- y un excelente escritor en prosa castellana, destacando “De los nombres de Cristo”; sin embargo donde más destacó fue en el campo de la poesía.
Benito Arias Montano, extremeño de nacimiento que estudió Humanidades, Filosofía y Teología en Sevilla, Alcalá y Salamanca. Estuvo en Trento y fue reclamado por Felipe II debido a su pericia en las lenguas clásicas, hebreas, arameas y modernas, entrando como editor responsable de la “Biblia Regia”. Para configurar la biblioteca de El Escorial, de nuevo recurrieron a Montano, llegando albergar los 14000 volúmenes.
Y San Juan de la Cruz, estudió en Salamanca y fue alumno de Fray Luis de León, nos ha delegado una serie de obras teológicas místicas en verso y en prosa.
Tras el Concilio de Trento se paraliza el florecimiento humanista, al menos como se había dado antes, ante una síntesis escolástica claramente a la defensiva el ambiente cultural se hace más rígido. Los gramáticos humanistas de la primera mitad del siglo XVI reivindicaron la capacidad de comentar cualquier fragmento en lengua clásica, incluyendo los religiosos, pero en estos momentos los humanistas adoptan posiciones menos peligrosas y se amansan. Este paso queda perfectamente escenificado en la escuela salmantina con el paso de el Brocense a Baltasar de Céspedes.
Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1601), conocido como el Brocense, estudiante y profesor de retórica y griego en la Universidad de Salamanca. De su obra tenemos estudios clásicos como “Arte para saber latín”, siguiendo la labor de Nebrija, otras de carácter científico como “Sphera Mundi”, filosófico como “Paradoxa” y traducciones de clásicos como Horacio. Su espíritu independiente le granjeó suspicacias por parte de la Inquisición, de hecho murió a los ochenta años mientras estaba siendo investigado. Con él se acabó la figura del humanista rebelde y mordaz que sería suplantado por otro más manso y sumiso. Baltasar de Céspedes, yerno y sucesor del anterior, ocupará la cátedra de latinidad en Salamanca, su actitud fue opuesta a la de su antecesor pues recalcó la obligación de los humanistas de venerar a los teólogos escolásticos.
Así pues los siguientes que intentarán una síntesis del humanismo y el cristianismo serán los jesuitas, defensores de una escolástica ecléctica, tendrán como máximo exponente a Jerónimo Nadal, instruido en Filosofía, Teología y Escritura, organizador de los estudios al modo parisiense –base de la Ratio Studio–. La Ratio es una mezcla de valores humanistas, Aristóteles y Santo Tomás, todo ello basándose en el estudio en latín de los clásicos. Otra figura importante será el jesuita Juan Bonifacio, pedagogo y escritor dramático que puso el teatro al servicio del Evangelio cristiano, con finalidad moralizante y ejemplarizante, en lo que viene a denominarse teatro jesuítico.
Como ya hemos visto el Humanismo supuso más una actitud que una alternativa total a la Escolástica, así no es extraño ver a humanistas como Francisco Sánchez, quien nos presenta un pensamiento escéptico, codeándose con neoescolásticos como Pedro de Fonseca y Francisco Suárez. Humanismo y escolástica conviven y se mezclan, pero de las tres corrientes existentes: tomismo, nominalismo y escotismo, predominará la primera, el tomismo condenándose las restantes.
* MEDICINA, CIENCIA e HISTORIOGRAFÍA TARDOHUMANISTA:
Francisco Hernández fue uno de los médicos y científicos más destacados, estudió en Alcalá y llegó a ser médico de Cámara del Rey desde 1569, realizó procesos novedosos como la disección de cadáveres en el monasterio de Guadalupe. Cruzó el Atlántico y pasó siete años por América recopilando y estudiando la historia natural y la materia médica, pues en el siglo XVI las numerosas epidemias y enfermedades hicieron posible su análisis directo, dejando en cierto modo un poco apartado a los manuales clásicos.
En la década de 1570 a 1580 la medicina va a experimentar un retorno a la escolástica encabezado por Luis de Mercado, quien en su “Opera Omnia” sistematiza el saber médico basándose en supuestos galénicos tradicionales. También desempeñó como docente en la cátedra de Medicina de la Universidad de Valladolid, y a partir de 1592 será médico de Cámara de Felipe II y Felipe III.
En la década de 1570 a 1580 la medicina va a experimentar un retorno a la escolástica encabezado por Luis de Mercado, quien en su “Opera Omnia” sistematiza el saber médico basándose en supuestos galénicos tradicionales. También desempeñó como docente en la cátedra de Medicina de la Universidad de Valladolid, y a partir de 1592 será médico de Cámara de Felipe II y Felipe III.
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Luis Mercado - Imagen de dominio público |
En la astronomía continuó vigente el paradigma aristotélico-ptolemaico tradicional, destacando la aportación de Jerónimo Muñoz, catedrático de Matemáticas y Astrología en la Universidad de Valencia. Sin embargo, ya empezaba a funcionar el heliocentrismo, Copérnico va a ser aceptado como una hipótesis física, pero sin entrar a valorar la revolución cosmológica que aventuraba.
Respecto a las manifestaciones literarias en tiempos de Felipe II hay que decir que se basan entre oen las denominadas escuelas líricas (principalmente), tenemos por un lado la escuela salmantina con Fray Luis de León y por otro lado la sevillana con Fernando de Herrera como máximo exponente. Fernando de Herrera es un humanista de saber enciclopédico, austero y alejado de cualquier tipo de intriga. Otro lírico importante es Francisco de Aldana, militar muy vinculado a Italia y cuya obra fue publicada póstumamente en Milán, inspirada en temas amorosos. También hay poesía épica a cargo de Alonso de Ercilla, quien escribe “La Araucana”, una obra muy famosa en su tiempo y que retrata con más o menos aditivos la conquista de Chile, en la que participó el propio Ercilla.
En lo que respecta a la novela, eclosiona las denominadas bucólicas pastoriles de carácter platonizante. La primera fue “Los siete libros de la Diana” de Jorge de Montemayor, así hasta llegar a “La Galatea” de Cervantes.
Por último tenemos la aparición de historiografía humanista, justificada como memoria de la fama. Cabe destacar a Esteban de Garibay y Zamalloa con su “Compendio historial de todos los reinos de España”, la primera historia de España extensa, desde los orígenes hasta la muerte de Fernando el Católico y Fray José de Sigüenza, quien sucedió a Arias Montano como bibliotecario de El Escorial. Sin embargo la obra historiográfica humanista por excelencia fue la del jesuita Juan de Mariana, quien destaca por su latín fluido, el equilibrio en sus discursos y la preocupación artística y retórica general. Realizó una síntesis de la historia de España hasta el 1516, en lo que será la historia más leída y editada hasta mediados del siglo XIX. Todos intentan exaltar los logros de la Monarquía Hispánica, y el historiador pasa a convertirse en juez de la fama de reyes y pueblos y por lo tanto en figura importante para el poder.
¡Feliz Lunes! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
5/Septiembre/2016
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