En la entrada de hoy vamos a hablar del primero de los Habsburgo que reinó en los territorios peninsulares: Carlos I.
1. Introducción. Los dominios carolinos
El reinado de Carlos I de España presenta una mezcla de continuidades e innovaciones; pero durante el mismo, de cuatro décadas de duración desde 1516 a 1556, ocurrieron hechos de mayor envergadura que en otros reinos. Carlos de Austria (o Habsburgo) nació en Gante el 24 de febrero de 1500, y moriría en el Monasterio de Yuste el 21 de septiembre de 1558.
La llegada del monarca a España supone la implantación de un único titular para toda la península (a excepción de Portugal) y un cambio de dinastía. La monarquía dual de los Reyes Católicos, en la cual cada uno mantuvo la autonomía de sus estados, pasa a un solo titular: Carlos I de una nueva dinastía: los Habsburgo que reinará en España hasta 1700. Carlos I de España y V de Alemania, se encontró con varios retos durante su reinado:
- Coordinar sus amplios territorios: el Imperio Carolino y la Monarquía hispánica
- La oposición protestante
- Administrar extensas tierras extraeuropeas (América esencialmente)
Su política interior se caracterizará por respetar la organización político-administrativa de sus reinos; mientras que la exterior será un ejercicio de conjunción de los diferentes intereses de los reinos que componían su Imperio.
![]() |
Carlos I - Imagen de dominio público |
Los territorios que poseía Carlos I llegaron a él por herencias, elecciones y conquistas. De 1515 a 1519 unió los territorios que habían pertenecido a sus cuatro abuelos. Esta herencia de dominios, en algunos casos, se produjo de forma poco habitual:
- La herencia flamenco-borgoña: recibe los Países Bajos por parte de su padre Felipe el Hermoso, el cual había accedido a ellos con la muerte de su madre María de Borgoña. La sucesión no fue automática, ya que en el momento en que falleció Felipe el Hermoso, su hijo Carlos solo tenía tres años, teniendo que esperar hasta los quince años para ser nombrado duque de Borgoña.
- La herencia de Castilla: desde la muerte de su abuela Isabel la Católica en 1504, hasta la coronación de Carlos I como rey de España, se dieron varias sucesiones debido al estado mental de su madre, Juana. El gobierno fue ejercido por el padre de Juana, Fernando el Católico primero, luego por su marido Felipe el Hermoso, y de nuevo, por la muerte de Felipe, por su padre Fernando. Tras su fallecimiento, la Corona recae sobre Juana y su hijo, aunque en mayor medida sobre Carlos, ya que Juana estaba recluida en Tordesillas.
- La herencia de Aragón: Carlos sucede directamente en el trono aragonés tras morir su abuelo Fernando. (Aquí se produce un salto generacional)
- La herencia de los Habsburgo: de su abuelo paterno Maximiliano I recibe el archiducado de Austria y la candidatura al Imperio alemán.
A estos territorios hay que sumarles, aparte del espacio americano, las cinco provincias que agregó a las doce ya heredadas de los Países Bajos; el ducado de Milán y la ocupación de Siena.
La característica de este extenso y diferente conjunto de territorios es la conservación de las instituciones de cada uno de sus integrantes, exceptuando los territorios extraeuropeos (América), a los que se les aplicaron patrones administrativos europeos. Carlos evitó ausencias muy largas en estos territorios, por lo que su reinado estuvo lleno de viajes, y para salvar estas ausencias inevitables utilizó a miembros de su familia para gobernarlos: su esposa la Emperatriz Isabel y su hijo Felipe en España, su hermano Fernando en el Imperio, su tía paterna Margarita y su hermana María en los Países Bajos…, siempre vigilando las vías de comunicación entre ellos.
El dominio de Carlos I se extendía también por oros territorios e islas, que son los que siguen:
- En la Europa mediterránea, gracias a la expansión medieval de la Corona de Aragón, poseía el archipiélago Balear, Sicilia, Cerdeña y Nápoles.
- En el continente africano Carlos heredó algunos puntos costeros como Melilla, Orán, Bugía, Trípoli…
- En el océano Atlántico, las Islas Canarias, que sirvieron de conexión entre España y América, donde congregará también un vasto imperio.
A esta herencia hispana hay que añadir la elección del mismo Carlos de anexionar Países Bajos y Milán, posesión esta última que en 1540 concedió a su hijo Felipe, nombrándolo seis años después duque de Milán.
![]() |
La herencia de Carlos I (Autor foto: Buho07 Fuente: wikipedia) This file is licensed under the Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported, 2.5 Generic, 2.0 Generic and 1.0 Generic license. |
En estos territorios, como ya se ha comentado anteriormente, Carlos I, imitando la acción de sus abuelos maternos Fernando e Isabel, respetó y consolidó la tradicional organización administrativa de cada lugar. Pero el hecho de que estos territorios tan amplios, antes dirigidos por una monarquía dual, pasasen a manos de un solo monarca, provocó que la Corona de Castilla, en menos medida que la Corona de Aragón, se viese afectada por la constante ausencia de su rey, y además por la llegada de un nuevo grupo de poder, los consejeros flamencos de Carlos.
El hecho de que mantuviera el legado institucional de sus abuelos, le trajo problemas a la hora de gobernar Aragón, con una fuerte tradición pactista, a diferencia de Castilla. Incluso, se llega a la afirmación, por parte de muchos investigadores, de que los reyes españoles del siglo XVI podrían haber mantenido una actitud como absolutistas en Castilla, y como constitucionales en la Corona de Aragón. Sin embargo en ambos lugares tenía que respetar el control legal y moral, no pudiéndose oponer ambos reinos como absolutista y pactista.
2. Las revueltas de comienzos del reinado: Comunidades y Germanías
A) COMUNIDADES:
El principio del reinado de Carlos I en España presenció graves dificultades. Desde el fallecimiento de Isabel la Católica en 1504, se presenciaron varios cambios de poder, algo que alteró a Castilla, y la llegada de Carlos I no suavizó la situación, sino todo lo contrario, la empeoró.
Los motivos de esta revuelta de las comunidades: Carlos era extranjero, no hablaba el idioma, no conocía las costumbres, el séquito que siempre le acompañaba estaba compuesto básicamente de extranjeros flamencos, entre los que repartía los máximos cargos de poder administrativo y eclesiástico, sobre los cuales los castellanos creían tener mas derechos, además de considerárselo demasiado ávido de dinero y más preocupado por ser nombrado Emperador que por gobernar Castilla.
Así pues, cuando Carlos zarpó de la Coruña en 1520, dejando como regente a su preceptor Adriano de Utrecht, dejaba tras de si una Castilla muy descontenta. Tras varios accidentes que sufrieron algunos miembros de las Cortes de la Coruña, la ciudad de Toledo convocó a los representantes de las Cortes a una junta extraordinaria en Ávila, en la que Toledo se atribuía competencias regias. Pese al poco eco de la convocatoria, en Ávila se nombró una Junta Rectora y se manifestó la oposición al servicio votado en las Cortes y al nombramiento de Utrecht como regente.
Adriano mostró una actitud conciliadora que se vio truncada por el presidente del Consejo Real, el arzobispo Antonio de Rojas, que decidió castigar a los rebeldes. Las ciudades de Segovia y Medina del Campo sufrieron las primeras represalias del ejército imperial en 1520, y esto fue la chispa que encendió a los que pondrían en pie de guerra muchas ciudades castellanas: Juan de Padilla en Toledo, Juan Bravo en Segovia y Pedro Maldonado en Salamanca, elevándose a las jefaturas de comuneros, y tratando, sin éxito, de atraer a su causa a la reina Juana, encerrada en Tordesillas.
Adriano mostró una actitud conciliadora que se vio truncada por el presidente del Consejo Real, el arzobispo Antonio de Rojas, que decidió castigar a los rebeldes. Las ciudades de Segovia y Medina del Campo sufrieron las primeras represalias del ejército imperial en 1520, y esto fue la chispa que encendió a los que pondrían en pie de guerra muchas ciudades castellanas: Juan de Padilla en Toledo, Juan Bravo en Segovia y Pedro Maldonado en Salamanca, elevándose a las jefaturas de comuneros, y tratando, sin éxito, de atraer a su causa a la reina Juana, encerrada en Tordesillas.
La Junta trasladada a Tordesillas se empezó a denominar “Santa”, y allí surgen desacuerdos entre los rebelados, ya que el sector más moderado, dirigido por Burgos, apoyaba una causa menos violenta y la proposición de una serie de reformas al rey; mientras, el sector más radical, encabezado por Toledo, buscaba someter el poder real a la Santa Junta. Esto hizo que Burgos se retirase, y a finales de 1520 las Comunidades se disgregaran en el espacio rural, donde adoptaron un carácter antiseñorial.
Esto alarmó a la nobleza, que junto al Rey, aplastarían las revueltas en varias acciones militares. A destacar la conquista de Tordesillas, con el siguiente traslado de la Junta Santa a Valladolid en 1520, y la Victoria de Villalar en 1521 con las ejecuciones de los líderes comuneros. La ciudad de Toledo aguantó un poco más, encabezada ahora por la viuda de Padilla y el obispo Acuña, pero sucumbió en 1522. Teniendo en cuenta que la revuelta se produjo por la falta de convocatoria de las Cortes castellanas, esto afectará ahora mucho más haciéndolas entrar en declive.
![]() |
Ciudades comuneras en color morado. Verdes favorables al rey (Autor foto: Rastrojo (D•ES) Fuente: wikipedia) This file is licensed under the Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International, 3.0 Unported, 2.5 Generic, 2.0 Generic and 1.0 Generic license. |
B) GERMANÍA:
La Germanía valenciana hunde sus raíces en el reinado de Fernando el Católico, ya que la crisis de subsistencia de 1503 ha sido considerada como el principio de la revuelta agermanada. Una sociedad integrada por un numeroso sector rentista, con desajustes en la jerarquía gremial, con pugnas soterradas por el control del poder municipal… tenía que estallar.
En 1519 con la coincidencia de un posible ataque argelino, la peste y la huida de las autoridades valencianas para no contagiarse, los gremios se armaron para defender la capital del reino. Una embajada de éstos se entrevistó en Barcelona con Carlos, el cual reconoció los armamentos y legalizó así la Germanía. Con el permiso del Rey, los gremios fundaron la llamada Junta de los Trece a finales de 1519. Algunos de sus líderes: Joan Llorens, Guillem Sorolla y Joan Caro, de línea pro-regia, se comprometieron a que se aceptase el preceptivo juramento real por persona interpuesta.
Carlos I, cuando se enteró de que había sido nombrado Emperador, salió apresuradamente hacia el Imperio Alemán, sin recibir el juramento de los valencianos; y para ello mandó a Adriano de Utrecht, que recibió el juramento y puso como virrey al conde de Mélito, Diego Hurtado Mendoza.
Pero pronto las armas iban a ser orientadas a intimidar a la nobleza y oligarquías municipales, a quienes acusaban de insolidaridad y de manejar la justicia a su favor. Los agermanados colocaron en el gobierno municipal a un artista y un menestral como jurados, para que el poder no fuese acaparado por nobles y oligarcas. Lo siguiente que ocurrió fue: la salida del virrey, la extensión de la Germanía a otras partes de Aragón, y las revueltas, y todo ello se produjo en un corto espacio de tiempo. En esta ocasión, Carlos I decidió apoyar a las altas élites, amenazadas por la Germanía.
En 1521 empiezan las acciones militares. El ejército Real se imponía en Oropesa y Almenara y los agermanados encabezados por Vicent Peris, vencían en Gandía. Pero las cosas fueron cambiando y los gremios fueron expulsados de la élite del gobierno municipal, y Vicent Peris murió cuando intentaba reavivar la Germanía. Los últimos atisbos de resistencia fueron en Játiva y Alcira. El castigo a la Germanía lo impuso la reina germana de Foix, que sucedió al conde de Mélito como virreina. El único logro que consiguió la Germanía fue el de la legalización de bautismo a mudéjares, fieles a los señores, a los que se les puso en la tesitura de emigrar o convertirse.
En Mallorca los gremios también constituyeron la base de la Germanía, junto con los campesinos, contra la nobleza. Las quejas: incremento de la presión fiscal para pagar los intereses de la deuda pública y concentración de propiedades en manos de la oligarquía. Al igual que en Castilla y Valencia, el movimiento fue aplastado en el año 1523, seguido de una gran represión. Lo que se consiguió con esto fue lanzar la nobleza a los brazos de la Corona, sabiendo que en cualquier momento serían defendidos de las iras populares.
3. El título imperial: Carlos V de Alemania
El título de Emperador correspondió a Carlos V exclusivamente en su calidad de supremo jerarca del Imperio alemán. A su vez el término Imperio ha servido para designar otras formaciones, como el imperio carolino, es decir el conjunto de los territorios heredados por Carlos con su gran complejidad, o el imperio universal de la Cristiandad que aglutinaría todos los reinos y reyes cristianos, conocido también como Universitas Christiana.
El título de Emperador supone para su poseedor una superioridad sobre los demás soberanos cristianos; pero esta carga de autoridad que había acompañado al título imperial en el Medievo estaba en franca decadencia al comenzar la Edad Moderna.
Durante algún tiempo la organización de la Cristiandad se pretendió resolver a través del arbitraje entre el Emperador y el Papa; pero esto entró en crisis en pleno siglo XIV por la falta de entendimiento de ambas entidades y por el traslado de la Santa Sede a Avignon y el gran cisma que se abatió sobre ella.
Las “nuevas Monarquías” no querían la injerencia en sus asuntos internos de poderes situados fuera de sus fronteras, liberándose así de la tutela pontificia e imperial. Además, los luteranos acabaron alzándose en armas en defensa de su religión y de las libertades germánicas frente a los intentos centralizadores y autoritarios del Emperador. El emperador se encontraba pues, con la oposición de herejes y rebeldes en el seno del Imperio, y para evitar una simbiosis entre lo político y lo religioso intentó hacer una recomposición de la Universitas Christiana.
Carlos V adoptó una actitud conciliadora e incluso cesaropapista, para poder llegar a acuerdos con los protestantes. Este talante dialogador ha convertido a Carlos V en el paradigma del erasmismo político, ¿sería Carlos un erasmista aún sin Erasmo? (recordemos que el termino designa no solo al seguidor de la doctrina humanista de Erasmo de Rotterdam, sino también a cualquier persona adscrita a una corriente de pensamiento proclive a la moderación y el diálogo). ¿Era Carlos partidario de esta corriente o lo hacía interesadamente? La respuesta con más peso recae sobre el interés. Carlos V reivindicó la autoridad imperial, que lo situaba en el primer puesto de los reyes de la Cristiandad, y además se sustentaba en el poder que le confería ser la cabeza del gran Imperio carolino. La incuestionable hegemonía de este diversificado Imperio fue sustentada básicamente por la Monarquía hispánica, en la cual recayó desde muy pronto el peso de las empresas carolinas. Los castellanos se habían convertido en la columna vertebral del imperio debido al volumen de sus aportaciones humanas y económicas.
El problema principal era que el imperio planteaba una serie de problemas derivados de la dificultad de coordinar los grandes territorios, en los cuales no cabían orientaciones diplomáticas diferentes. Por esto adoptó un conservadurismo territorial, solo abandonado en 1529 con el intento de recuperar Borgoña, en la Europa cristiana, el cual es muy distinto de la política expansiva llevada a cabo por otras potencias.
La mejor manera de evitar enfrentamientos entre soberanos cristianos era comprometiéndolos a una acción conjunta guiada por el mismo emperador contra un enemigo común, lo que le llevó a la conclusión de que la cruzada contra el infiel era la mejor empresa. Liderar la lucha contra el Islam podía proporcionar a Carlos V un prestigio moral que agregar a su supremacía jurídica y la preponderancia fáctica de su Imperio carolino en el aspecto internacional. Fue, en definitiva, un cruzado más bien por conveniencia, que por convicción. Esto se demuestra por el hecho del Emperador de posponer la cruzada solo para frenar las ansias de expansión de otros monarcas.
![]() |
Composición del Sacro Imperio Romano Germánico en 1560 (Autor foto: Sir Iain Fuente: wikipedia) This file is licensed under the Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license. |
Pero este objetivo de llevar la unidad Cristina contra el Islam fracasó por causas distintas: las diferencias entre el Papa y el Emperador, no conseguir el consentimiento de los príncipes cristianos en la causa, y que Francia, en lugar de respetar a Carlos V, le disputo su hegemonía. En consecuencia, la práctica imperial fue fruto de la adaptación a las circunstancias propias y del entorno. Carlos V había fracasado en sus objetivos básicos: reintegrar la unidad confesional del Imperio Alemán, mantener el statu quo en la Europa cristiana y liderar una gran cruzada contra el Islam. Los culpables del primer hecho fallido son los mismos príncipes protestantes alemanes, y de los otros dos, Francia. La participación española en estos temas es de notables proporciones, tanto en el aspecto que refiere a la Universitas Christiana de la que era integrante, como de lo referido al Sacro Imperio Romano Germánico, del que no formaba parte.
4. Los principales adversarios de Carlos I en el plano internacional
En la política interior Carlos pudo conservar la diversidad administrativa de las distintas entidades políticas puestas bajo su poder, pero en la política exterior exigía una unidad de criterio de todos los territorios, algo difícil de conseguir. Esto le obligó a reducir el radio de acción de su política exterior, limitándolo a cuestiones con elevado grado de consenso.
Esto es lo que venia ocurriendo desde la Edad Media respecto al poder islámico; el enfrentamiento cristiano-islámico no se mantuvo con la misma intensidad en todos los países europeos, ya que por motivos económicos, políticos o estratégicos tuvieron que desistir de esa oposición e incluso mantener relaciones oficiosas con el imperio turco para obtener beneficios. Pero aún así esta confrontación de base religiosa resultaba irreprochable y así lo decían algunos tratadistas de derecho de la época calificándola de guerra justa.
Similar a esto fue lo que ocurrió en la Edad Moderna, cuando la ruptura de la cristiandad europea enfrentó a católicos y protestantes. Carlos V cuando la religión volvió a ser bandera de reivindicación política, habiendo fracasado en su papel conciliador, se opuso por las armas a los príncipes protestantes del Imperio alemán.
Tratando al mismo tiempo de evitar la secesión cristiana y de apaciguar la rebeldía de los súbditos que con el protestantismo, se convirtieron en los paladines de las libertades germánicas. Pero el fracaso de Carlos, junto con la expansión de de la ideología protestante, acabaron con la fragmentación de Europa en dos bloques enfrentados.
La rivalidad con Francia fue otro de los pilares básicos de la política externa de Carlos. Pero esta vez no eran conflictos por causa religiosa, ya que Francisco I era muy cristiano católico, pero había otras razones que enfrentaron a ambos monarcas: en el periodo de 1515 a 1519, Francia quedó cercada por las posesiones de Carlos V: los Países Bajos, el Franco-Condado, el Imperio Alemán y la Monarquía Hispánica creaban un cinturón en torno a la frontera terrestre gala. Carlos pretendía mantener y estrechar el cerco, reclamando incluso Borgoña, incorporada años atrás a la Monarquía francesa, mientras que sus enemigos, Francisco I y su hijo Enrique II intentaban romper la barrera. Junto a este motivo se situaba la rivalidad de ambos por tierras italianas.
La rivalidad con Francia fue otro de los pilares básicos de la política externa de Carlos. Pero esta vez no eran conflictos por causa religiosa, ya que Francisco I era muy cristiano católico, pero había otras razones que enfrentaron a ambos monarcas: en el periodo de 1515 a 1519, Francia quedó cercada por las posesiones de Carlos V: los Países Bajos, el Franco-Condado, el Imperio Alemán y la Monarquía Hispánica creaban un cinturón en torno a la frontera terrestre gala. Carlos pretendía mantener y estrechar el cerco, reclamando incluso Borgoña, incorporada años atrás a la Monarquía francesa, mientras que sus enemigos, Francisco I y su hijo Enrique II intentaban romper la barrera. Junto a este motivo se situaba la rivalidad de ambos por tierras italianas.
Islámicos, protestantes y franceses aparecen como principales adversarios de Carlos V. El planteamiento de estas rivalidades obligó al emperador a dividir sus fuerzas o a apaciguar algún foco de conflicto para dedicarse más enteramente a otro.
Las prioridades de Carlos eran las siguientes: Francia, seguida de turcos y berberiscos y por último, los protestantes. El conflicto mas intenso, grave y extenso lo protagonizó con Francia; seguidamente el Islam, aunque más persistente con los berberiscos, cuyo enfrentamiento en guerrillas era más peligroso, pero más esporádico, fundamental con el Imperio otomano, calificado como guerra tradicional. El asunto de los protestantes fue para España un tema secundario, ya que se limitaba a consecuencias ideológicas, aunque de todos modos contribuyó siempre con dinero y hombres para las distintas causas.
En la próxima entrada veremos los principales conflictos con estos enemigos: franceses, islámicos y protestantes.
¡Feliz Sábado! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
10/Septiembre/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario