Hª EDAD MODERNA de España: Carlos I (1516-1556/58). Su política exterior y guerras

Continuamos hablando de Carlos I con esta entrada, pero esta vez enfocado a la política exterior.


1. Las etapas de su política exterior


Básicamente la política exterior del Emperador Carlos V la podemos clasificar en cuatro etapas: 

  • Primera etapa: abarca de 1516 (año en que se proclama rey de España, como Carlos I) a 1530 (año de su coronación imperial). Se caracteriza por ser un Carlos joven, con carácter conciliador, muy dentro de la línea erasmista e influido por los primeros consejeros. Sus tres rivales, antes mencionados hacen acto de presencia pero de forma descoordinada. Con los franceses y musulmanes se libran batallas, cuyo lugar del conflicto será Italia y la cuenca mediterránea respectivamente; y con los luteranos mantiene la vía del diálogo. El saldo de esta etapa puede considerarse como positiva para el Emperador, siendo Pavía la victoria más significativa. 
  • Segunda etapa: comienza lógicamente en 1530 y concluye en 1544 con la paz de Crépy con Francia. En esta etapa más madura de Carlos, podemos ver que se libera del influjo de los primeros consejeros, ya que con la muerte del canciller Gattinara, entra un nuevo equipo de consejeros, en los que el componente hispánico cobra relevancia. Aquí empieza a fracasar el clima conciliador marcado en la primera etapa. Pero la mayor característica es la coordinación de los distintos frentes antiimperiales. Es el más hispano de los cuatro, ya que la guerra entre Carlos y Francisco I de Francia se producirá en el Mediterráneo. El balance de esta etapa entremezcla victorias y fracasos, estos últimos al parecer, más abundantes. 
  • Tercera etapa: abarca entre 1544 y 1551, cuando se produce el acuerdo familiar de división del imperio. Se caracteriza por la repetida descoordinada acción de las fuerzas contrarias al Imperio. Francia, al renunciar en Crépy a continuar la alianza con el Imperio turco, hace que Carlos subscriba treguas; esto permite al Emperador centrar sus fuerzas en el ámbito protestante. 
  • Cuarta etapa: comprende los años de 1551 y 1556, año éste de la abdicación de Carlos I al trono español. En esta etapa nos encontramos con un Carlos ya envejecido y cansado, el cual reconoce algo que no estaba dispuesto a aceptar anteriormente: la ruptura de la Europa cristiana. En esta fase los enemigos de Carlos unen sus fuerzas, pactando los franceses con los protestantes. Esta etapa se salva negativamente para el Emperador. 
Vamos a ver las fases por separado.


2. Primera etapa: 1516-1530 


Los primeros en dar muestras de inquietud fueron los turcos y berberiscos. La expansión del Imperio otomano en Europa se remontaba al siglo XIV, pero fue la conquista de Constantinopla, realizada por el sultán Mahomet II en 1453 la que impulsó al imperio a un nuevo avance. El mismo año de su proclamación como Rey de España en 1516, Carlos se unió a la Liga Santa, integrada por su abuelo Maximiliano I y León X, para solucionar el problema turco. Pero hubo un acontecimiento negativo: la ocupación por Barbarroja de Argel, convertido en punto de origen de muchos saqueos norteafricanos. 

En 1517, mientras Carlos desembarcaba en España, Martín Lutero colocaba sus famosas “95 tesis” en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Al principio solo parecía una de las muchas controversias religiosas, pero sin embargo, la reforma luterana acabaría produciendo una ruptura sin solución en la Europa cristiana, a la que se sumarian reformas como la de Zwinglio o Calvino (con discrepancias entre si, pero las tres contra Roma). A la negativa de Lutero de retractarse, le siguió la bula Exurge Domine del papa León X en 1520, en la que se condenaba por heréticas algunas tesis luteranas. 
Martín Lutero. Fue quien inició la gran reforma protestante - Imagen de dominio público
La rivalidad entre Francisco I de Francia y Carlos I de España se inició por su común aspiración a la dignidad imperial, a la que accedió Carlos, y se sumó a otras tensiones nacionales para desembocar en 1521, con los inicios de cuatro guerras en territorio italiano. 
Ese año, 1521, mientras las tropas francesas presionaban la frontera con los Países Bajos y Navarra, y la Dieta de Worms condenaba al exilio a Lutero y quemaba sus obras, el sultán Solimán II el Magnífico, se apoderaba de Belgrado.

Conflicto con FRANCIA: para España, la lucha con Francia tuvo el mayor interés, Francisco I es el primero en atacar, aprovechando el levantamiento Comunero de Castilla, en las fronteras de Flandes y Navarra, intentando reponer a sus destronados monarcas. La reacción de Carlos I fue atraer a su causa a Enrique VIII de Inglaterra, que atacaría a Francia por el norte, y a León X, con quien hizo pactos secretos, iniciándose la 1ª Guerra de Italia. Las tropas imperiales tomarían Milán, en manos de Francisco I desde 1515; también recuperaría Parma y Plasencia, cedidas al Papado. 
A finales de 1521 muere el Papa y le sucede Adriano de Utrecht, con el que se abriría un periodo esperanzador en las relaciones de Emperador y Papa en la Santa Sede. El primer intento del Rey francés de recuperar el ducado milanés terminó con la batalla de Bicoca en 1522, que aunque vencida no obtuvo más resultado que la pérdida de ascendiente sobre Génova. Mientras en la cuenca danubiana seguían los avances turcos, Francisco I intentó otra vez recuperar el Milanesado, logrando ocuparlo en 1524, pero fue en la batalla de Pavía de 1525, uno de los grandes hechos armados del siglo XVI cuando se puso fin definitivo al intento francés de recuperar Milán. Francisco fue hecho prisionero en la batalla y fue trasladado a España, donde estuvo unos meses en cautiverio, firmando el tratado de Madrid en 1526, donde se comprometió a devolver Borgoña, renunciar a la soberanía sobre Flandes y Artois, y a sus aspiraciones sobre territorio italiano y a aceptar también el compromiso matrimonial con Leonor, hermana mayor de Carlos I, todo a cambio de su libertad. Como garantía España se quedó con dos de sus hijos, el delfín y el duque de Orleans. Pero nada más llegar Francia, y sin preocuparse por los rehenes, Francisco I se liberó de los compromisos contraídos en el tratado.
Francisco I de Francia - Imagen de dominio público
Durante su cautiverio, tomo las riendas del país su madre Luisa de Saboya, que consiguió formar la Liga de Cognac o Clementina en 1526, integrada por Francia, Inglaterra y los estados italianos, incluidos los pontificios de Clemente VII, ya que este papa se decantó por apoyar a Francia. La formación de esta Liga inició la 2ª Guerra de Italia, cuyo acontecimiento más relevante es el sacco di Roma de 1527, donde las tropas de Carlos arrasaron con la ciudad, en un tremendo saqueo, de gran impacto para toda la cristiandad, pero que hizo que el papa Clemente VII no volviese a atreverse a contradecir a Carlos I, ni volviese a actuar en favor de Francia.
Los franceses en cambio conquistaron Génova y su objetivo siguiente era Nápoles, pero su aliado el almirante genovés Andrea Doria, fue “aspirado” hacia el imperio gracias a Gattinara, lo que hizo que se truncara la conquista y Francia tuviera que deponer las armas. 
Se firmaron dos paces distintas, la paz de Barcelona en 1529 entre el Emperador y el Papa Clemente VII, donde el Papa reconocía la investidura a Carlos de Nápoles y éste, restauraba a los Médicis en Florencia, y se organizó para el año siguiente, 1530, la coronación como Emperador, que ratificaba su reconciliación. Y la más destacada, la paz de Cambray o de las Damas, llamada así porque participaron Luisa de Saboya y Margarita de Austria, junto con el Emperador Carlos V y Francisco I, una vuelta a lo estipulado en el tratado de Madrid, Francisco renuncia a Italia pero conservaba Borgoña, sus hijos eran liberados a cambio de un rescate de dos millones de escudos y se celebraba el enlace con Leonor de Habsburgo. 

Conflicto con los PROTESTANTES: el luteranismo se fue complicando después de la Dieta de Worms en la que Lutero fue condenado, quien protegido por el elector de Sajonia estuvo varios años en el castillo de Wartburg reforzando su doctrina, mientras se unían a su causa más adeptos convirtiéndose no sólo en bandera religiosa sino también política. La rebelión de los campesinos, aplastada por los nobles con el consentimiento de Lutero, dio paso a la convocatoria de dos nuevas dietas en Spira, en 1526 y 1529, ambas fracasadas, en la ultima se acuñó el termino “protestantes”. 
En 1530 Carlos asistió a la Dieta de Augsburgo, pero la actitud cesaropapista y conciliadora del Emperador no produjo sino la oposición de los sectores más radicales a lo allí acordado, siendo la respuesta de los protestantes la creación de la Liga de Smalkalda (o también llamada Liga Esmalcalda) con la clara finalidad de luchar en armas contra el Emperador. 

Conflicto con los MUSULMANES: el enfrentamiento con el Imperio Otomano y su sultán Solimán (o Suleyman) el Magnífico fue el frente más alejado y el menos exitoso, al continuarse la expansión turca por los Balcanes: conquista de Belgrado en 1521, ocupación de Rodas en 1522 y victoria de Mohacz 1526, que supuso la conquista del reino de Hungría, la muerte de su rey Luis II el Póstumo, y la sucesión en él de Fernando de Habsburgo, hermano de Carlos, casado con Ana, la hermana del difunto, quien pronto establecerá treguas con el turco. 
La piratería berberisca seguiría con su acoso por el Mediterráneo, pero también conquistando el Peñón de Argel y venciendo en aguas de Formentera a la flota de galeras que envió Carlos contra ellos.
Solimán el Magnífico - Imagen de dominio público

3. Segunda etapa: 1530-1544. Alianzas antiimperiales en la fase mediterránea 


La Paz de las Damas de 1529 no impidió que Francisco I llevase a cabo una intensa actividad diplomática derivada a aunar sus fuerzas con las de los mayores enemigos del emperador. De ahí la intensificación de las negociaciones con el Imperio Turco y la apertura de relaciones con la Liga de Smalkalda.
En 1532 por el tratado de Saalfeld, los protestantes declararon abierta la Liga al católico Francisco I, pero en lo referente a la alianza franco-turca se hizo realidad en los años treinta. Solimán el Magnífico pudo contar con dos puntos de apoyo en la cuenca occidental del Mediterráneo: el norte de África y los puertos mediterráneos franceses. 

La primera acción armada de los Turcos se produce en un nuevo sitio de Viena, en el que Fernando de Hungría designado el año anterior “rey de romanos”, es decir, candidato de suceder a su hermano Carlos como emperador, pudo contar con el apoyo personal del Emperador que aportó tropas y el dinero del rescate de los hijos del rey francés. El episodio concluyó en 1529 con la retirada islámica, pero no todo fue positivo, pues para apaciguar a los príncipes de la Liga de Smalkalda, a los que necesitaba para poder enfrentarse con los turcos, Carlos I se vio obligado a moderar su postura y a comprometerse a respetar el luteranismo hasta la reunión de un Concilio General (futura paz de Nüremberg en 1532). 

Tras esto el Mediterráneo se convirtió en el escenario de guerra, donde Carlos mantuvo un combate con musulmanes y franceses, viéndose obligado a posponer el primero para concentrar sus fuerzas contra los galos. Las hostilidades en torno a Túnez comenzaron cuando el fue destituido el rey Hasán, aliado de Carlos, y sustituido por Barbarroja, quien contaba con el apoyo del sultán turco. Este cambio suponía un gran riesgo para el Mediterráneo, por ello el Emperador reunió una gran flota, dirigida por Andrea Doria y Álvaro de Bazán, que conquistó el fuerte de Goleta y cercó Túnez, recuperando Túnez en 1535. Este éxito llevó a lo más alto de la fama a Carlos V, ya que además de restablecer a Hasán, se obtuvo un gran botín y la liberación de miles de cristianos cautivos. Lo que le faltó fue aplastar definitivamente el poder de Barbarroja, pues éste poco después saqueó Menorca.
Barbarroja - Imagen de dominio público
Tras esto, había llegado el momento de iniciar la conquista de Argel, muy reclamada por su propia esposa y los españoles, pero el fallecimiento del duque de Milán, Francisco de Sforza, y la vuelta del ducado a los dominios del emperador, provocaría nuevos conflictos de Carlos con el Rey de Francia (que intentaba casar a la viuda con alguno de sus hijos), y todo ello desembocó en la tercera Guerra de Italia. Esta guerra comenzaría cuando Francisco I invadió Saboya, cuyo duque, cuñado del Emperador Carlos V (estaba casado con una hermana de la emperatriz Isabel), negó el paso a las tropas francesas que iban rumbo del Milanesado. La reacción de Carlos fue la siguiente: hizo un duro ataque a Francisco I a través de un discurso en presencia de importantes personajes, en el que lo acusaba de pactar con el Imperio Otomano y de haber roto la paz, retándolo a duelo; también actuó militarmente, y su táctica fue la de invadir Francia a través de Provenza y Picardía, pero no se llegó a mucho por ambas partes. En 1538 se firmó la tregua de Niza, que daba diez años de margen antes de un nuevo conflicto, sin que ninguno consiguiera sus objetivos, sino la unión para una cruzada contra el Imperio Turco que no llegó de momento a tomar forma. 

Carlos pudo otra vez enfocarse hacia la conquista de Argel, en la que fracasó estrepitosamente en 1541, manteniéndose como el más importante foco de corsarismo en el Mediterráneo. A este fracaso le siguió la 4ª Guerra de Italia, iniciada al recibir Felipe (futuro Felipe II) la investidura por parte de su padre en 1540 del ducado de Milán. La lucha se retomó en las fronteras comunes: en los Países Bajos Carlos contó con la ayuda de Enrique VIII de Inglaterra, mientras que Francisco I se apoyó en la flota otomana en Niza, y luego llegaron al norte de Italia. 
La primera parte de la guerra se saldó positivamente para el Rey francés, siendo los hechos más relevantes el castigo impuesto por el Emperador al duque de Clérevis por apoyar a Francisco I, y la victoria francesa de Cerisoles en Piamonte. Más adelante se produjo la recuperación de Luxemburgo por parte de las tropas alemanas y su marcha hacia París. Esto aterrorizó a Francisco que solicitó la paz, rápidamente aceptada por Carlos dada la difícil situación económica que había en España. 
Estos deseos de paz culminaron en la Paz de Crépy en 1544, la cual prácticamente se basaba en la devolución de los territorios adquiridos durante la contienda desde la Tregua de Niza, pero también incluía una cláusula matrimonial: el enlace del duque de Orleans, hijo de Francisco I, con una hija o sobrina de Carlos. Esto suponía la pérdida de algún territorio en concepto de dote matrimonial: los Países Bajos, si se casaba con una hija de Carlos, o de Milán si se casaba con una hija del hermano de Carlos (es decir, Fernando), pero la inesperada muerte del duque de Orleans solucionó el problema. 


4. Tercera etapa: 1544-1551 


En esta fase las principales preocupaciones de Carlos serían los propios problemas alemanes, debido a la retirada de Francia y su compromiso de no prestar ayuda a los enemigos de Carlos, lo que implicó la firma de una tregua con Solimán. Lo importante era ahora atender la cuestión alemana que era casi imposible de solucionar de forma beneficiosa para el Imperio. 

Tres temas básicos destacan en esta época: el Concilio de Trento, la guerra con la Liga de Smalkalda y el planteamiento de la sucesión del Imperio. 

En la convocatoria y desarrollo del Concilio de Trento fue el Papa (y no Carlos) el que llevó las riendas, pero es cierto que el propio Emperador deseaba un concilio que recompusiera la unidad entre los cristianos y permitiera resolver los conflictos causados en el Imperio por la expansión de la ideología luterana. Desde la apertura del Concilio en 1545 hasta su clausura en 1563, éste atravesó varias fases: las dos primeras de 1545 a 1549, y de 1551 a 1552, corresponden al reinado de Carlos. El Papa Paulo III convocó a los conciliares para Trento a finales de 1545, pero la ausencia de representantes luteranos convirtió el concilio en exclusivamente católico. 
El traslado a Bolonia, debido a la peste existente en Trento, no agradó al Emperador, que en la siguiente Dieta y el subsiguiente Interim de Augsburgo, trató de captar al sector protestante, con dos concesiones: la comunión bajo las dos especies y el matrimonio de clérigos, pero esto no bastó a los protestantes, y para colmo, molestó a los católicos. Paralelamente al Concilio, el enfrentamiento entre Carlos V y los protestantes agrupados en la Liga de Smalkalda pasó definitivamente a las armas. El césar emprendió los preparativos para la guerra y además consiguió desterrar a Felipe de Hesse y a Juan Federico de Sajonia, y que algunos príncipes luteranos se pasasen a su causa. 
La guerra se desenvolvió en dos escenarios: el Danubio, donde no se registraron encuentros decisivos; y el Elba, que fue testigo de la batalla de Mühlberg en 1547, una gran victoria imperial que consiguió dejar a la Liga sin sus principales representantes. Carlos, aún con carácter conciliador, decretó un gran perdón a los infieles. Este éxito será oscurecido por el empeoramiento de las relaciones entre el Papa y el Emperador. En la siguiente Dieta e Interim referidos anteriormente, será cuando Carlos V trate unilateralmente el tema del luteranismo. 

En esta etapa, entre 1548 y 1551, tuvieron lugar las conversaciones sobre la herencia imperial, aprovechando la presencia de familiares de Carlos V en la Dieta de Augsburgo, por iniciativa del hermano del Emperador, Fernando. Una enfermedad hacía peligrar la vida de Carlos, y Fernando parecía preocupado por la herencia, ya que Carlos y su propio hijo Felipe tenían muy buena relación. Al parecer, la dignidad imperial quedaba ligada a la rama familiar, encabezada por Fernando, a quien su hermano Carlos I había nombrado rey de romanos para sucederle. 
La resolución se estableció en un acuerdo secreto en 1551, por el que se establecía una sucesión alterna en el imperio: Carlos otorgaría la dignidad imperial su hermano Fernando, que a su vez se la daría a su sobrino Felipe, hijo de Carlos, y sucesivamente éste otorgaría el honor a su primo Maximiliano, hijo de su tío Fernando, hermano de Carlos. Pero los príncipes alemanes quedaron muy descontentos con este acuerdo una vez enterados del mismo, ya que veían convertirse en hereditaria la dignidad imperial. Su negativa fue aprovechada por Fernando para atraerlos a su causa, ya que como futuro Emperador estaba muy interesado en la paz en el Imperio, y también en garantizar la sucesión en su hijo Maximiliano. La situación conciliadora anterior de la familia entraba ahora en una nueva fase de engaños y menor entendimiento. 


5. Última etapa: 1551-1556 


En esta última etapa tuvieron lugar la segunda fase del Concilio, la segunda guerra Smalkalda y las abdicaciones de Carlos. Pero también volvieron a aparecer el frente islámico y el francés, pero esta vez, este último unido a través de alianzas con la Liga de Smalkalda. 

Al paréntesis de paz abierto con la Liga, le siguió una desafortunada acción del virrey de Sicilia, que tomó Madiah en 1551, una plaza tunecina, lo que provocó la ruptura unilateral de la tregua con los musulmanes y se saldará muy negativamente para Carlos V. La armada otomana entró en Trípoli, expulsando a los caballeros de la Orden de San Juan que se habían establecido allí. El ejército turco vencería al imperial dirigido por Andrea Doria en 1552 y atacaría la isla de Elba en 1553. Mientras, los argelinos ocuparon el peñón de Vélez en 1554 y Bugía en 1555, dando al traste con la política africana llevada a cabo por Fernando el Católico. 

La segunda fase del Concilio de Trento, tampoco fue coronada con éxito, ya que la posibilidad de que los teólogos protestantes pudiesen participar no fue posible por sus excesivas exigencias, que se consideraban inaceptables. Así pues el Concilio continuó siendo exclusivamente católico, teniendo lugar la tercera fase en el reinado de Felipe II. 
Pronto se reanudaría el enfrentamiento con los protestantes, pues a las causas mencionadas anteriormente se unían los deseos de Carlos de anexionar a España territorios de evolución histórica del Imperio como eran los Países Bajos y Milán, y de organizar la sucesión en la dignidad imperial. El descontento fue aprovechado por Enrique II de Francia, que entabló negociaciones con la Liga en el tratado de Chambord, 1552, con el que, a cambio de una subvención, recibiría los ducados loreneses. Para ello el ejército francés entró en Lorena ocupando territorios, mientras el ejército imperial luchaba contra la Liga. 

El futuro del Emperador se veía muy oscuro, más aún cuando Mauricio de Sajonia consigue rebelar al ejército imperial, conquistar Augsburgo e intenta capturar a Carlos en Innsbruck. Fernando de Austria resolvería la cuestión pactando con Mauricio en la Dieta de Passau 1552, abandonaría la alianza con Enrique II y apoyaría la lucha contra el turco, a cambio de la liberación de Juan Federico de Sajonia y Felipe de Hesse, y del compromiso de reunir una asamblea para resolver definitivamente el problema alemán. 

Solucionado el problema alemán, Carlos se concentró en recuperar la Lorena enfrentándose contra Francia. La acción militar emprendida por parte del Imperio sobre Metz, fracasó, al igual que la que mantuvo Enrique II en los Países Bajos. En 1554 se produce el enlace entre Felipe, hijo de Carlos V, y María Tudor, con la consiguiente coronación como rey de Nápoles a Felipe previa al viaje a Inglaterra. En 1555 se producía la claudicación de Carlos V en la Dieta y la subsiguiente Paz de Augsburgo, de cuyas negociaciones se había encargado su hermano Fernando.
Representantes alemanes negociando la paz de Augsburgo - Imagen de dominio público
Con esta paz ocurría un hecho muy difícil de asimilar para Carlos V: la religión luterana era reconocida como oficial y podía ser adoptada por los príncipes alemanes, pero los súbditos debían de adaptarse a la religión de su soberano o emigrar a otro reino donde las creencias fuesen las mismas. Aclarar que con el tiempo se aceptaría la convivencia entre católicos y luteranos y otras religiones mas tardíamente conformadas. Aunque se permitiera la existencia de religiones distintas, el Imperio siguió luchando contra pueblos de religión opuesta, algo muy contradictorio. La secularización de las relaciones internacionales no se consagrará hasta 1648 con la Paz de Westfalia. El fracaso que Carlos tuvo en el Imperio fue razón de sobra para que abdicase. 

En 1555 ante los Estados Generales en Bruselas, Carlos renunció a sus territorios de Flandes, a favor de su hijo Felipe. La abdicación de España se produjo en 1556, de forma más discreta, dando paso al reinado de Felipe II. Con esto se desmentían las causas que le dio a su hermano Fernando del motivo por el cual abdicaba, por cansancio y edad, para dejar ver que su intención no era otra que beneficiar a España en el exterior. Carlos de Habsburgo siguió trabajando hasta el día de su muerte, el 21 de septiembre de 1558 en el monasterio de Yuste. 

¡Feliz Sábado! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
10/Septiembre/2016

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