En la Edad Moderna los vínculos personales tenían una grandísima importancia a nivel social, político y económico. Aunque a día de hoy esto sigue ocurriendo, en la Edad Moderna esto era mucho más destacado y mucho más importante en la vida de una persona.
1. Vínculos personales en la Edad Moderna
Las comunidades territoriales como la casa, el pueblo, la ciudad y a través de ellas, otras comunidades políticas más complejas (como las provincias, los señoríos o los reinos), se integraban bajo una autoridad y jurisdicción superior, eran un cuerpo cuya cabeza era el rey, y todas ellas agregadas dan como resultado la sociedad de la España moderna. Existían otras muchas comunidades como los gremios, o las religiosas, pero ninguna de estas comunidades era estática, y cuando era necesario, actuaba colectivamente en defensa de sus intereses frente a quien los atacara, ya fuera el rey, el señor u otras comunidades, al mismo tiempo que se modificaba por la actividad diaria de sus miembros.
Al igual que el mundo actual, el gobierno de las diferentes comunidades y/o asociaciones era causa de rivalidades y alianzas, en la Edad Moderna, protagonizadas esencialmente por las grandes familias. Éstas eran las que contaban con clientelas o bandos que les apoyaban y que, por tanto, podían movilizar en su favor. Por otro lado, eran precisamente las relaciones que se daban entre las élites dominantes, las que determinaban las políticas de los reinos y provincias porque éstas se transmitían verticalmente a la sociedad a través de sus redes de influencia.
Las relaciones entre hombres y mujeres de la Edad Moderna, estaban sustentadas tanto en su forma como en su fondo, en los diferentes vínculos establecidos entre ellos, vínculos que podían ser desde familiares o de amistad, hasta de clientelismo. Aunque estos vínculos no se vieran institucionalizados o reflejados jurídicamente, sí constituían la realidad social del Antiguo Régimen, y conllevaban, en principio, una acción solidaria en el campo social.
Los vínculos no eran simples relaciones entre individuos, tenían reglas de funcionamiento y comportaban el ejercicio de una autoridad y una acción solidaria. Por otra parte, no era el tipo de vinculación voluntaria, libre y revocable de nuestra sociedad actual, sino que por el contrario venían dados sin alternativa desde la cuna, perteneciendo a una determinada familia y con ella, a una determinada comunidad y estamento, así como perteneciendo a un gremio concreto o cierta comunidad religiosa. En cualquier caso, el vínculo no era revocable, y significaba la pertenencia a un estatus, suponían la integración o no, así como determinaban los derechos y deberes de aquellos sobre los que recaían.
Otros vínculos, como las relaciones de amistad, admitían cierto grado de elección que se daba entre iguales, pero estaban marcados por la tradición: el compromiso era estable, obligaba moralmente y exigía pautas de comportamiento, reciprocidades e intercambios. Además, la sociedad moderna era fundamentalmente jerárquica, teniendo así cada cuerpo su cabeza y cada vínculo, subordinados y un superior o cabeza visible. Los vínculos integraban al asegurar la supervivencia y seguridad de los individuos, ya que no existía en el Antiguo Régimen nada parecido a la Seguridad Social que garantizara una mínima seguridad ante la adversidad. Por tanto, eran vínculos necesarios, sentidos como prioridad y deseables, hasta el punto de que, un campesino libre, canjeaba su libertad por la seguridad que le aportaba la subordinación a un señor, y la identidad social que le confería al mismo tiempo.
Por otro lado, existían vínculos de dominación y de dependencia, que ataban estrechamente a los contrayentes, les imponían normas y vinculaban a una autoridad, definiendo deberes y obligaciones distintas según el estatus y lugar ocupado en la jerarquía, pero obligatorias para todos, mutuas y vinculantes. En función de los cuales se valoraba lo justo y lo injusto, es decir, lo que era ejercicio legítimo de la autoridad y lo que era el abuso de poder.
Estos vínculos que articulaban las relaciones de los hombres desde la casa y la familia hasta el reino, requerían en mayor o menor medida una autoridad reconocida y no se establecían con igualdad sino jerarquizadamente. Así aunque existían distintos estamentos (nobleza, clero, estado llano), no estaban separados, sino unidos con vínculos de autoridad, dependencia, paternalismo…. Vínculos con valor ambivalente, integraban pero también dominaban y hacían dependientes. Las prestaciones que hoy nos ofrece el Estado, en estos momentos, las ofrecían los particulares, con el sin fin de variantes, circunstancias e intercambios, bajo los cuales los concedían.
2. El entramado corporativo como sistema político
En esta sociedad no había división entre lo público y lo privado, no había una esfera política distinta, ni separada del entramado social corporativo, los vínculos sociales eran una forma más de ejercer la autoridad en la sociedad estamental.
A) EL REY Y LOS REINOS:
La monarquía moderna era un agregado de territorios, cada uno con sus propias instituciones y leyes, jurisdicciones y particularidades... como también lo eran los diferentes cuerpos sociales existentes. La Corona no tenía el monopolio de la edición del derecho, ni podía definir por sí misma el bien público o la utilidad pública, sino que por el contrario, en el Antiguo Régimen, existía pluralidad de fuentes de derecho en función de los distintos cuerpos y estamentos. El poder real debía garantizar el respeto y la conservación de tales derechos, teniendo como únicos límites la ley divina y la natural.
Las instituciones de la administración tenían que actuar sobre esta base, conocer las leyes privativas y actuar conforme a ellas, sin un principio unívoco de gobierno ni una legislación general. El gobierno se hacía a través de decisiones puntuales, pero siempre a petición de las partes. El sistema político de la Monarquía Hispánica era pactista, el poder del rey no era absoluto sino limitado, lo que implicaba reciprocidad en las relaciones de la Corona con las distintas comunidades del reino, entre el rey y el reino. El no cumplimiento de tal reciprocidad por parte del rey podía ser motivo para revocar la fidelidad hacia él de sus vasallos y en el sentido inverso, los vasallos merecían recompensas a sus servicios y sanción a sus traiciones.
La función principal de las autoridades y sobre todo, del rey, era la de la justicia, concebida como justicia conmutativa (dar a cada uno lo que le pertenece, respetando sus derechos adquiridos). Todos los jueces del reino debían juzgar conforme a las costumbres y privilegios de cada comunidad o estamento, recogidas tanto en leyes escritas como en la costumbre. El bien común era identificado con la costumbre por la comunidad, con el funcionamiento de su propia vida, de ahí la legitimidad de la “tradición”, y de ella emanaba esa constitución no escrita basada en el derecho consuetudinario (lo que siempre ha sido así, debe seguir siéndolo), delimitando la frontera entre los miembros del cuerpo, que gozaban de sus derechos y privilegios, y aquellos que le eran extraños, quedando excluidos del mismo.
Como todo en la sociedad del Antiguo Régimen, los cuerpos estaban jerarquizados, y la autoridad era reconocida por todos, cada uno con funciones y prerrogativas diferentes que se expresaban ritualmente en los actos públicos. Se dieron luchas por quién ejercía la autoridad o contra los abusos de poder, pero no contra el principio de autoridad que era algo “natural” y aceptado sin cuestión, como las relaciones de vasallaje que siguieron vigentes en la época como patronazgo o clientelismo. En la Edad Moderna el intercambio entre la Corona y los reinos, constituyó la clave del sistema político, los leales vasallos del rey recibían favores políticos a cambio de una lealtad y servicio que debía asegurar la gobernabilidad del país, es decir, “compraban” el ejercicio pacífico de su poder.
B) LAS ÉLITES DIRIGENTES:
La Corona gobernaba también a través de la influencia de poder de los altos nobles en amplios territorios, al tiempo que la burguesía perseguía servir al rey a cambio de los abundantes beneficios que éste ofrecía, ninguno fue desplazado sino que ambos se asociaron al gobierno por la Monarquía, estableciendo relaciones de dependencia. Las élites dirigentes eran aquellas poseedoras de poder y fortuna, y sustentaban su posición en la posesión de grandes propiedades y la percepción de cuantiosas rentas, así como en sus privilegios estamentales, sus cargos gubernamentales y sus jurisdicciones señoriales.
Estas familias se mantenían en el poder mediante la endogamia matrimonial, la cual acabaría agotando no solo la cantera de nobles, cada vez más mermada, sino también el material genético que paulatina pero imparablemente, se deterioraba. El mayorazgo era el sistema mediante el cual todas las posesiones así como el título nobiliario y el gobierno de sus estados o señoríos, quedaban en manos del hijo primogénito, evitando así la división y consecuentemente la debilitación del patrimonio familiar. Por otro lado, estaban los demás hijos o segundones que eran colocados en el alto clero, la administración real y el ejército, según la posición que correspondía a sus familias.
La nobleza se renovó mediante el ascenso social de nuevas familias, a través del servicio al rey y del dinero. Cuando podían, comerciantes y burócratas buscaban ascender a la nobleza, comprar señoríos y adquirir títulos nobiliarios. Tradicionalmente, a la noblezacorrespondían las funciones de gobierno y militares. Disponían de cortes provinciales, pero también estaban presentes en la Corte del rey. Gobernaban extensos territorios, señoríos regionales o provinciales y ciudades, según el estatus que tuvieran dentro de la propia nobleza.
Las tierras y hombres estaban bajo la jurisdicción de un señor que las gobernaba, administraba justicia y ejercía una serie de derechos. Existían varios tipos de señores: el rey, señor de realengo, instituciones eclesiásticas, señores órdenes militares y también señores laicos. Las ciudades también podían ser señoras de tierras, siendo al mismo tiempo, vasallas de otro señor. En esencia, los señoríos laicos podían ser:
- Jurisdiccionales: el señor tenía derechos de jurisdicción que consistían en la facultad de administrar el dominio nombrando cargos, redactando ordenanzas... y también impartiendo justicia.
- Territoriales: en el caso de los territoriales, además de estas facultades, el señor tenía la plena propiedad de la tierra.
C) CIUDADES Y PUEBLOS:
La ciudad era una comunidad con autonomía política, rodeada de murallas para su defensa, con alcaldes que ejercían justicia en primera instancia, recursos fiscales y un territorio determinado bajo su jurisdicción. No obstante, el espacio jurídico de la ciudad no era homogéneo, en él se superponían jurisdicciones y poderes plurales, lo cual era fuente habitual de litigios entre las diferentes facciones nobiliarias por el gobierno municipal, aunque es cierto que, la mayor parte del siglo XVI, se turnaron pacíficamente. Las grandes familias tendieron a perpetuarse en el poder, primero restringiendo su reclutamiento y luego, en Castilla, a través de regidurías vitalicias. En Aragón esto no se conseguiría hasta los Decretos de Nueva Planta.
Por otro lado, se encontraba la población rural que suponía más del 80% del total, y que se organizaba en comunidades campesinas. Existían grandes diferencias a nivel geográfico en cuanto a la organización y política de las ciudades y pueblos:
- Las comunidades del norte, en la cornisa cantábrica y pirenaica, con numerosos valles y aldeas, con sólidas estructuras vecinales y autogobierno, sin otro señor que Dios y el rey.
- Las grandes poblaciones del sur, compuestas masivamente por jornaleros que trabajaban en las tierras de vastos señoríos.
En cada pueblo o ciudad, los “vecinos” (propietarios), eran los miembros de pleno derecho de la comunidad y se distinguían de los simples “habitantes” (arrendatarios), que no gozaban de dicha condición. La vecindad daba acceso a los derechos, privilegios y costumbres de la comunidad. En muchas comunidades del norte, la vecindad era más estable, con amplios derechos, y por eso, la comunidad restringía severamente su concesión a los foráneos para evitar el reparto excesivo de los bienes comunales, propiedades que proporcionaban, según la geografía, recursos ganaderos, alimenticios, madera...etc.
La discriminación entre vecinos (propietarios) y no vecinos (habitantes arrendatarios), fue la diferencia social más significativa. Sin embargo, en las villas del sur, la vecindad estaba más ligada a la familia y bastaba con cierto establecimiento (residencia, matrimonio...) para ser admitido como vecino en un mundo todavía necesitado de pobladores y que además no tenía excesivo bienes comunales que repartir.
La discriminación entre vecinos (propietarios) y no vecinos (habitantes arrendatarios), fue la diferencia social más significativa. Sin embargo, en las villas del sur, la vecindad estaba más ligada a la familia y bastaba con cierto establecimiento (residencia, matrimonio...) para ser admitido como vecino en un mundo todavía necesitado de pobladores y que además no tenía excesivo bienes comunales que repartir.
Las posesiones comunales de los pueblos servían, especialmente a los más pobres, para obtener pastos, alimentos y materiales de construcción con libre usufructo de los vecinos, y costumbres como los campos abiertos a todos sus ganados. El movimiento privatizador de estos terrenos debilitó económicamente a los campesinos y sus lazos comunitarios. No obstante, hasta finales del Antiguo Régimen, en las comunidades se mantuvo un ideal fuertemente arraigado de economía comunitaria, quedando subordinado lo individual al interés colectivo.
D) LOS GREMIOS ARTESANOS:
En las ciudades los gremios agrupaban artesanos de un mismo oficio, era el gremio quien monopolizaba el ejercicio del oficio, regulaba la producción y la venta de su producto en la ciudad, determinaba las condiciones de aprendizaje y del acceso a la maestría y combatía el intrusismo de cualquier tipo de competidor; incluso en la ciudades más pobladas, donde estaban aún más desarrollados, controlaban la calidad del producto y fijaban su precio. En las pequeñas a veces no eran más que cofradías devocionales y de asistencia mutua, sin peso económico sustancial.
Los gremios artesanos conferían un fuerte sentimiento de pertenencia a sus miembros y una identidad social, dotándolos de dignidad particular y honor profesional. Su estructura, como no podía ser de otra manera y ya comentamos en la entrada anterior, era piramidal, maestros, oficiales y aprendices, segmentación acorde con la vida profesional de una persona. Además, dentro de los propios maestros, se distinguían los grandes maestros que gobernaban, por la junta de maestros de taller, y actuaban como interlocutores con el gobierno municipal. Los gremios funcionaban acorde con una lógica laboral que seguía una lógica doméstica. La mayor parte de los maestros trabajaban ayudados por sus hijos y esposas, sin embargo, en los talleres mayores se integraban oficiales y aprendices foráneos, provenientes en su mayor parte de la comarca. La diferencia social estaba marcada por la pertenencia o no a las familias de los maestros de taller, ya que sus hijos los sucederían algún día, mientras que los aprendices foráneos quedaban en la ciudad como simples oficiales.
E) EL ORDEN DOMÉSTICO:
Los vínculos familiares estructuraban la vida, en todos sus aspectos, por su inmediatez y universalidad. La casa campesina era la familia, unidad biológica, pero la casa aristocrática englobaba además de la propia familia, aquellos que se encontraban al servicio de ésta.
La familia se organizaba en torno a la casa, ésta era una unidad de trabajo, producción y consumo, con un estatus y derechos comunes. Este concepto de casa era más fuerte en las clases altas ya que, en las clases bajas, había que buscar la supervivencia, y la movilidad era mayor, buscaban su sustento en el servicio, encontrando un amo a quien servir. Esto alimentaría desde abajo el orden doméstico y corporativo, porque proporcionaba mano de obra y prestigio (más cuantos más dependientes). La alternativa era el desarraigo de los mendigos y vagabundos que no hay que confundir con los pobres. Éstos eran reconocidos como tales por su comunidad y funcionaban como vehículo para ejercer la caridad, la cual era imprescindible para poder salvarse y redimirse, en aquellos que no se encontraban en esa situación de pobreza que, por otro lado, garantizaba la salvación. Eran los pobres legítimos (viudas, enfermos...aquellos con una imposibilidad de trabajar), en cambio, los mendigos y vagabundos (pobres ilegítimos) eran gente sin lazos familiares: en origen huérfanos o que habían sufrido alguna tragedia que les había dejado sin familia y que buscaban sobrevivir a base de limosna o hurtos, siendo sentenciados como vagos, además de parecer peligrosos.
La familia se organizaba en torno a la casa, ésta era una unidad de trabajo, producción y consumo, con un estatus y derechos comunes. Este concepto de casa era más fuerte en las clases altas ya que, en las clases bajas, había que buscar la supervivencia, y la movilidad era mayor, buscaban su sustento en el servicio, encontrando un amo a quien servir. Esto alimentaría desde abajo el orden doméstico y corporativo, porque proporcionaba mano de obra y prestigio (más cuantos más dependientes). La alternativa era el desarraigo de los mendigos y vagabundos que no hay que confundir con los pobres. Éstos eran reconocidos como tales por su comunidad y funcionaban como vehículo para ejercer la caridad, la cual era imprescindible para poder salvarse y redimirse, en aquellos que no se encontraban en esa situación de pobreza que, por otro lado, garantizaba la salvación. Eran los pobres legítimos (viudas, enfermos...aquellos con una imposibilidad de trabajar), en cambio, los mendigos y vagabundos (pobres ilegítimos) eran gente sin lazos familiares: en origen huérfanos o que habían sufrido alguna tragedia que les había dejado sin familia y que buscaban sobrevivir a base de limosna o hurtos, siendo sentenciados como vagos, además de parecer peligrosos.
La casa y la familia englobaba todo el poderío económico (era donde se concentraba la mayor producción de agricultura e industria, en la casa campesina y en la casa taller), englobaba también el prestigio social y la influencia política de sus individuos, quedando éstos subordinados a las aspiraciones de su casa de origen.
El gobierno de la casa estaba en manos del padre de familia, que era el padre, amo y señor de todos los que formaban parte de su casa (familia y dependientes). Él decidía el destino de aquellos a los que sustentaba y protegía, mediante la política de colocación de los hijos, las alianzas matrimoniales, el ingreso en el convento... Sólo el señor de la casa poseía derechos políticos, representaba a su casa ante la comunidad y era también responsable ante ella de los actos cometidos por quienes dependían de él. La familia se inscribía unida en una red de relaciones de parentesco, amistad, vecindad… que la enlazaba con el resto de la sociedad.
Con esto terminamos la presente entrada. Continuaremos hablando de sociedad en la Edad Moderna en la siguiente entrada.
Con esto terminamos la presente entrada. Continuaremos hablando de sociedad en la Edad Moderna en la siguiente entrada.
¡Feliz Miércoles! - Hacer historia, aprehender la historia, aprendes la historia
31/Agosto/2016
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